Tema: La deteriorada situación de las relaciones entre España y Guinea Ecuatorial se ha intentado paliar con varios intentos de mejora de las mismas. El extraño incidente del envío y precipitado regreso del buque “Patiño” y la fragata “Canarias” a Guinea Ecuatorial muestra lo difícil que resulta construir las relaciones entre España y el país africano, incluso en momentos en los que se produce una gran convergencia de intereses.
Resumen: El envío de dos buques de guerra españoles al golfo de Guinea constituye un hecho sin precedentes en la historia de las relaciones hispano-guineanas. El motivo que explica esta misión no parece haber sido suficientemente explicado, como tampoco se ha dado una razón convincente de la repentina orden de regreso antes de llegar a su destino. Cabe especular si el envío se hizo por razones de política interior guineana o de política exterior de este país. En el primer caso, habría que aclarar cuál sería el sentido de la presencia naval española. En el segundo, la explicación podría hallarse en alguno de los litigios fronterizos que mantiene con sus vecinos. La importancia estratégica de las reservas de petróleo que se hallan en las costas guineanas constituiría la clave última tanto en una como en otra hipótesis.
Análisis: La descolonización el 12 de octubre de 1968 de la antigua colonia de Guinea Ecuatorial, compuesta por el territorio continental de Río Muni y los insulares de Fernando Poo (hoy Bioko), Annobón, Corisco e islas próximas (Elobey Grande, Elobey Chico, Mbañé y Cocoteros), se produjo de manera traumática. Por un lado, España ahogó las aspiraciones independentistas de las poblaciones de etnia bubi (habitantes de los territorios insulares) que temían, como así ocurrió, un dominio de la etnia fang que poblaba el territorio continental. Por otro lado, a pesar de que la administración española controló el proceso electoral, el primer presidente de la nueva república fue el candidato más hostil a España: Francisco Macías Nguema. Muy pronto, Macías se transformó en un corrupto y sangriento tirano que no sólo expulsó a los españoles dedicados a actividades empresariales, sino también a otros que llevaban a cabo otras tareas (educativas, sanitarias y religiosas). La inmensa mayoría de los españoles huyeron después de ser desposeídos de sus bienes ante el temor de caer asesinados por las turbas fanatizadas. El tirano orientó su política exterior hacia las versiones orientales del comunismo, trabando estrechas relaciones con China y Corea del Norte.
El golpe de Estado protagonizado por el sobrino del tirano, Teodoro Obiang Nguema, contó con una cierta simpatía española en un primer momento, aunque en su realización España no parece que hubiera tenido ninguna participación. Muy pronto se comprobó que la política interior del nuevo gobierno apenas iba a cambiar. A pesar de algunos maquillajes formales, el dominio siguió siendo ejercido por fangs, con notoria marginación de la población bubi. Es más, de entre las tribus fangs, la dominante siguió siendo la misma que en la época de Macías, el clan de Mongomo (localidad del interior de Río Muni). Por lo demás, aunque desaparecieron los rasgos más siniestros de la tiranía de Macías (como el canibalismo) el nuevo régimen siguió siendo tiránico: falsificación de procesos electorales, violaciones sistemáticas de derechos humanos y corrupción. Estas circunstancias (tensiones étnicas y tiranía política) han estado detrás de varios intentos de golpes de Estado fracasados (intentos de Severo Moto y revueltas bubis), a los que cabría sumar los golpes de Estado “fabulados” que han servido de coartada para perseguir a los elementos de la oposición interna más activos (caso de Plácido Micó) o para realizar ajustes de cuentas entre miembros del clan dominante (caso de Felipe Ondó).
Ahora bien, si el nuevo régimen introdujo muy leves cambios en su política interior, sí que realizó cambios más perceptibles en su política exterior. El primero y más importante fue el de propiciar un acercamiento a España. Junto a este, se produjo un alejamiento de los países comunistas. Además, en el ámbito africano, Obiang inició su cooperación con Hassán II. La parte marroquí desde entonces formaría, con soldados marroquíes, la “guardia pretoriana” del dictador. Por su parte, Obiang convirtió a Guinea Ecuatorial en uno de los Estados africanos defensores de la ocupación marroquí del Sáhara Occidental en la OUA y en la ONU. Además, Obiang facilitó algunas misiones de islamización patrocinadas por Hassán II. Éste, por su parte, medió para que Guinea Ecuatorial se introdujera en el área económica (sustitución de la peseta guineana por el Franco CFA) y en el espacio de influencia cultural (Francofonía) franceses. A partir de entonces, Obiang jugó a presionar a España con la amenaza de un acercamiento a Francia. Y, en efecto, varias han sido las crisis sufridas en las relaciones hispano-guineanas. La más grave, quizá, fue la de 1993, cuando el cónsul español en Bata fue expulsado por “inmiscuirse en asuntos internos”, a lo que el gobierno español respondió expulsando a un diplomático ecuatoguineano, reduciendo a la mitad su ayuda financiera e interrumpiendo su programa de ayudas.
Varios acontecimientos internacionales, sin embargo, han ido alterando progresivamente este escenario. El primero, el descubrimiento de petróleo en 1995. Tras fracasar la empresa española Hispanoil y la francesa Elf (que explota el petróleo de la vecina Gabón), las compañías norteamericanas Mobil Oil y UMC comenzaron la explotación comercial del petróleo en el campo “Zafiro”. A partir de ese momento, Guinea Ecuatorial entró en el espacio de interés geopolítico norteamericano. Las razones son varias: las importantes reservas de petróleo que se ocultan en este pequeño país (en diciembre de 2002 las reservas comprobadas de petróleo en Guinea Ecuatorial eran de 563,5 millones de barriles y en el conjunto del golfo de Guinea se han llegado a cifrar entre el 5% y el 10% de las reservas mundiales –en 2001 los expertos barajaban la respetable cifra de unos 90.000 millones de barriles de petróleo para las reservas confirmadas del África Occidental–), la seguridad que proporciona su explotación al ser yacimientos marinos alejados de la costa (offshore), la seguridad y baratura del transporte del mineral desde el golfo de Guinea hasta Norteamérica y la ausencia de graves tensiones culturales entre Guinea Ecuatorial y EEUU (a diferencia de lo que ocurriría con los países del Golfo Pérsico). De esta suerte, Guinea Ecuatorial se convirtió en una de las piezas importantes del tablero africano para los intereses estratégicos de EEUU, fundamentalmente en pugna con Francia. El segundo acontecimiento ha sido el afianzamiento y profundización de la alianza estratégica hispano-norteamericana, a partir de la segunda legislatura del gobierno Aznar. El tercer acontecimiento, muy ligado al anterior, ha sido el enfrentamiento con Francia en varios asuntos importantes de nuestra política internacional (invasión de Perejil, conflicto del Sáhara Occidental y debate sobre la “Constitución” europea). El cuarto y último acontecimiento ha sido la invasión por Gabón del islote ecuatoguineano de Mbañé, codiciado por Francia primero y por Gabón después, ya desde hace mucho tiempo. El problema adquiere una nueva dimensión al descubrirse la existencia de extraordinarias reservas petrolíferas en las aguas de Mbañé en un momento, como el actual, en el que la producción de petróleo de Gabón está descendiendo de modo preocupante (los ingresos por petróleo de Gabón, que en el año 2000 ascendieron a 466 mil millones de francos CFA, en el año 2003 descendieron a 268 mil millones).
La conjunción de todas estas circunstancias ha conducido a un nuevo escenario. En este momento, los intereses españoles y guineanos tienen más elementos de confluencia que nunca. En primer lugar, se ha interpretado que el conflicto sobre Mbañé no es sólo un conflicto entre Gabón y Guinea Ecuatorial, sino un conflicto entre Elf (petrolera francesa que controla Gabón, cuyas reservas petrolíferas están agotándose) y las empresas petrolíferas norteamericanas (que controlan las crecientes reservas petrolíferas ecuatoguineanas). En este contexto, la relación de España con EEUU contribuye a un acercamiento objetivo de las posturas española y ecuatoguineana. Pero además, en segundo lugar, resulta que la disputa ha sido sometida a un arbitraje internacional por Kofi Annan, secretario general de la ONU, que ha encomendado al abogado canadiense Yves Fortier la resolución del caso. Pues bien, ocurre que los documentos clave para determinar que el islote es ecuatoguineano… están en poder de España. Es más, la ministra de Exteriores española Ana Palacio, en su visita al país africano en noviembre de 2003, dejó hondamente preocupado al Quai d’Orsay al decir que España tiene documentos que prueban la soberanía española del islote antes de la independencia. En tercer lugar, el necesario apoyo español en el litigio de Mbañé y las buenas relaciones con EEUU podrían explicar por qué, desde junio de 2003, Repsol ha obtenido concesiones petrolíferas en el país centroafricano. En concreto, parece que la compañía norteamericana Vanco ha cedido parte de su bloque en “Corisco Deep”; es más, en el bloque que se halla en la Bahía de Corisco (muy cerca de Mbañé), compartido por la malaisia Petronas y por Vanco, parece que también puede entrar Repsol; y lo mismo parece que va a ocurrir en el bloque E, donde Total perforó sin éxito.
La enorme importancia económica y estratégica del islote Mbañé no sólo tiene repercusiones internacionales, sino que puede ser la causa de la actual inestabilidad interna. Sucede que a los intentos de golpes de Estado patrocinados por la oposición o por elementos disidentes del “clan de Mongomo” se suma ahora una nueva amenaza interior. En efecto, se especula que el grupo de interés pro francés (o pro Elf) y pro gabonés puede estar financiando un intento de golpe de Estado. Si esto fuera así, el propio Obiang correría un serio peligro, pues sería cuestionable si las fuerzas armadas marroquíes que lo protegen se pondrían de su lado o de los intereses del propio Marruecos (estrechísimo aliado de Francia y Gabón). En mes y medio se tienen que celebrar nuevas elecciones legislativas en Guinea Ecuatorial. Nada parece indicar que no vamos a estar ante un nuevo fraude. La cuestión es si el régimen dará pasos en la dirección democrática (con un fraude limitado) o seguirá con sus prácticas habituales (fraude masivo). La existencia, muy probable, de fraude puede ser la excusa para poner en marcha un nuevo golpe de Estado. Ahora bien, en este momento el riesgo no es que estemos ante un golpe “como los anteriores”, sino ante un golpe ampliamente apoyado y financiado por los intereses de Francia (a través de su “brazo africano”, esto es, Elf –ahora TotalFinaElf–) y Gabón (que, de hecho, es un país totalmente dominado por Elf). No en vano, incluso se especula que el “hombre de Elf” sería Manuel Rubén Ndong, escritor francófono y afincado en Francia (a diferencia de casi todo el exilio que se halla en España). Si todo esto fuera cierto, cabría suponer que el intento de golpe puede tener una gran entidad y que su eventual triunfo podría conllevar consecuencias de amplio alcance. Por lo mismo que existen rumores sobre esta conspiración “francófona” tampoco podría excluirse la preparación de un “contragolpe” de inspiración “hispanoamericana”.
La hipótesis de que la abortada intervención española tuviera relación con un eventual golpe “interno” de graves consecuencias “externas” resulta difícil de probar habida cuenta de las confusas y contradictorias informaciones oficiales. Ahora bien, de entre toda esta información parece que hay datos objetivos que abonarían esta tesis. En primer lugar, el jefe de la misión naval fue avisado con extraordinaria urgencia (el capitán fue avisado 60 horas antes de zarpar) y con gran secreto. En segundo lugar, los barcos contaban no sólo con su tripulación (que sería lo único necesario en una “visita de cortesía”, sino también con Infantería de Marina (tropa de asalto). En tercer lugar, los infantes de Marina fueron vacunados contra enfermedades que se podrían contagiar pisando tierra, lo que revela que se contemplaba la eventualidad de una intervención. En cuarto lugar, la ministra de Exteriores ha dicho que los dos buques españoles no sólo iban a Guinea Ecuatorial, sino también a Gabón; por cierto, se ha alegado también que la suspensión de la expedición se debió a que no se solicitaron los permisos de Gabón para entrar en sus aguas (¿las aguas disputadas con Guinea Ecuatorial?). En quinto lugar, la orden del gobierno a los buques era permanecer en la zona “los próximos 45 días” para realizar tareas de “presencia naval”. La conjunción de todos estos datos podría explicar las causas de la orden expedicionaria. Nos encontramos ante una enorme riqueza petrolífera, que resulta estratégica para EEUU y para Francia. Esta riqueza se halla en manos de un gobierno extraordinariamente débil a pesar de la represión existente. La debilidad de este gobierno constituye una poderosa tentación para que los grandes actores externos puedan, a través de elementos interpuestos, hacerse con el poder político de este país estratégico. El envío de la fuerza naval española pretendería evitar un golpe de Estado que invirtiera las zonas de influencia en la región que, en este momento, son favorables a EEUU, importante aliado de España. Si esto es así, pudiera suceder que los buques españoles tuvieran una de estas dos misiones: bien apoyar un golpe de Estado que establezca un nuevo gobierno pro hispano-norteamericano, antes de que un eventual desenlace fatal del cáncer que padece Obiang produzca un peligroso vacío de poder, bien apoyar un “contragolpe” ante la eventualidad de que estuviera ya concretada una operación de golpe de Estado contra Obiang de inspiración pro francesa.
Sin embargo, queda sin explicar el porqué de la retirada de los buques españoles antes de llegar a su destino. Una posible explicación radicaría en que la filtración de la noticia a la prensa alertó a los actores políticos ecuatoguineanos, los cuales, de estar implicados en alguna operación conspiratoria, posiblemente abortarían la misma. Es significativo que aunque el Gobierno español dijo que la iniciativa del envío de los buques era conjunta, el consejero de la presidencia del gobierno ecuatoguineano ha dicho que su país desconocía completamente esta operación.
Todo lo anterior invita a reflexionar acerca de cuáles pueden ser las opciones políticas que se le presentan a España, teniendo en cuenta el análisis anterior. La política española debe orientarse a fortalecer los flancos débiles de Guinea Ecuatorial que son, fundamentalmente, el político, el militar, el social y, por paradójico que parezca, el económico. Políticamente, Guinea Ecuatorial es un país inestable por la sencilla razón de que hay una parte importante de la población que está siendo perseguida. La estabilidad política de este pequeño país será mayor si el respeto por los derechos humanos, la participación política y la consolidación de un Estado de Derecho se hacen realidad. España debe proponer a Obiang un plan realista de transición política. Aunque el modelo español de transición política no es trasladable a Guinea Ecuatorial, sí que debe diseñarse un modelo específico de transición que, en principio, debiera ser próximo al establecido en Chile para la sucesión de Pinochet. Esto sería no sólo conveniente para España sino sobre todo para la élite actualmente gobernante en Guinea Ecuatorial. Desde una perspectiva militar, España debiera aspirar a sustituir la guarnición marroquí actualmente presente en Guinea. Las conexiones entre Gabón y la compañía TotalFinaElf, entre ésta y Francia y entre éste país y Marruecos, debieran alertar no sólo a Obiang, sino a España, acerca del potencial peligro de esta presencia militar marroquí para la estabilidad ecuatoguineana. Socialmente, España ha contribuido y sigue contribuyendo a crear un tejido social ecuatoguineano. La presencia de cooperantes y misioneros debe ser consolidada y fomentada ya que su labor es esencial a la hora de ir tejiendo una “sociedad civil”. Económicamente, Guinea Ecuatorial tiene un reto no menos importante: institucionalizar una economía de mercado que permita la presencia de inversores españoles. A pesar de las inversiones extranjeras en el sector de los hidrocarburos, lo cierto es que no hay inversiones extranjeras en otros terrenos. La razón fundamental es la falta de seguridad jurídica y de un ordenamiento protector de las inversiones en el interior del país. Para que la riqueza petrolífera pueda redundar no sólo en las élites del país sino también en la población civil es necesario crear una economía que pueda aprovechar toda esa riqueza. Y eso sólo se podrá hacer cuando se diseñe un marco jurídico apropiado. España está en condiciones de diseñar ese marco jurídico para Guinea Ecuatorial.
Conclusión: El envío de fuerzas navales española a Guinea Ecuatorial constituye un hecho de importancia extraordinaria en las relaciones hispano-ecuatoguineanas. El descubrimiento de importantes yacimientos y reservas petrolíferas en este país hace que las crisis políticas internas del pequeño país centroafricano tengan una relevante repercusión internacional. La importante presencia de empresas norteamericanas en Guinea Ecuatorial, la competencia entre estas empresas y la francesa Elf y la disputa por el islote de Mbañé (cuyas aguas cubren importantes cantidades de petróleo) entre Guinea Ecuatorial y Gabón, y el importante papel que juega España en esta disputa, suponen trasladar al ámbito centroafricano el nuevo esquema de las relaciones internacionales españolas. La apresurada vuelta de los buques a España puede ser el preámbulo de una futura presencia militar española en Guinea Ecuatorial si la muerte de Obiang, u otros factores imprevistos, producen una situación de vacío de poder que pueda ser cubierto por fuerzas internas al servicio de intereses externos opuestos a los intereses españoles.
Carlos Ruiz Miguel
Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela