(Texto extraído de la ponencia presentada por el autor durante la conferencia-debate organizada por Casa Asia y el Real Instituto Elcano el 18 de julio del 2007 en Madrid).[1]
Tema: Este documento ofrece una perspectiva china sobre el camino de China hacia el desarrollo, el lugar que ocupa en los asuntos internacionales y su relación con EEUU.
Resumen: En los últimos años, el Gobierno chino ha venido observando numerosas variantes de la denominada “teoría de la amenaza china”. Apremiados por la necesidad de responder a estas percepciones negativas sobre su país y de disipar las dudas acerca del futuro camino de China hacia el desarrollo, los líderes y autoridades de la República Popular han estado fomentando, desde el año 2003, la idea de que el potencial de crecimiento de su país no supondrá ninguna amenaza para el mundo exterior, y de que el país está comprometido con un “desarrollo pacífico”.
Análisis
¿Qué significa “desarrollo pacífico”?
El 10 de junio del 2007, durante el transcurso de su reciente visita a Europa, el presidente de China, Hu Jintao, declaró en Suecia: “El mensaje que deseo transmitirles es éste: China ha asumido el firme compromiso de llevar a cabo un desarrollo pacífico… Está centrando sus iniciativas de desarrollo en ámbito interno y se esfuerza por mantener la paz y el desarrollo común a escala internacional”.
En los últimos años, el Gobierno chino ha venido observando numerosas variantes de la denominada “teoría de la amenaza china”. En concreto, algunos observadores internacionales, incluyendo especialistas en relaciones internacionales, comparan la China de hoy con la Alemania de principios del siglo XX, y sostienen que su rápido crecimiento económico hará inevitablemente que la balanza del actual orden mundial se incline, del mismo modo en el que la potencia alemana emergente afectó al equilibrio de poder en Europa 100 años atrás. Esta analogía va un paso más allá al postular que el ascenso de China como potencia insatisfecha llevará a una colisión con EEUU, una potencia partidaria del statu quo que podría ejercer su influencia preponderante para impedir que un país gigante –dirigido por el Partido Comunista– desafíe su posición hegemónica. Según dicha teoría, es probable que las tensiones entre China y EEUU, o la expansión de China en Asia, den lugar a conflictos militares.
Entretanto, algunos pensadores influyentes de la República Popular también dudan de que el camino de China hacia la consecución de un status de gran potencia será pacífico. Apuntan al problema de la secesión de Taiwan de la China continental como principal fuente de tensiones entre Beijing y Washington. Si Taiwan sigue avanzando en sus aspiraciones a conseguir una independencia de jure, tal y como consideran que está sucediendo irreversiblemente en la actualidad, China tendrá que recurrir al uso de la fuerza para lograr la reunificación con la isla, que a ojos de todos los ciudadanos de la parte continental es territorio chino. Según estos observadores, una confrontación militar con EEUU a causa de Taiwan, y quizá también con su aliado, Japón, sólo es cuestión de tiempo. Asimismo, argumentan que EEUU no “permitirá” que China renazca, y con este objetivo está intentado contener al gigante asiático.
Apremiados por la necesidad de responder a estas percepciones negativas sobre su país y de disipar las dudas acerca del futuro camino de China hacia el desarrollo, los líderes y autoridades de la República Popular han estado fomentando, desde el año 2003, la idea de que el potencial de crecimiento de China no supondrá ninguna amenaza para el mundo exterior, y de que el país se ha comprometido a llevar a cabo un “desarrollo pacífico”. Seguidamente se detallan los principales puntos que comprende el concepto de “desarrollo pacífico”:
- China tendrá oportunidades estratégicas durante por lo menos los primeros 20 años del siglo XXI. Las principales cuestiones que configuran los asuntos mundiales de hoy son la paz y el desarrollo.
- China ha emprendido el camino correcto hacia un desarrollo pacífico desde los inicios de su proceso de reforma y de apertura, y no cambiará de rumbo, dado que su principal prioridad sigue siendo la construcción de una sociedad próspera y armoniosa para mediados del siglo XXI. El rápido desarrollo que China ha experimentado durante los últimos 29 años ha demostrado ser tan satisfactorio que cualquier otro camino alternativo resultaría inconcebible.
- Si bien China ha realizado grandes avances, en términos generales sigue siendo un país en vías de desarrollo. A escala mundial, su renta per cápita está por debajo del puesto número 100 de la clasificación. Los esfuerzos del país por resolver sus problemas de desarrollo se orientan principalmente a mejorar el nivel de vida de su extensa población. Varias generaciones de chinos estarán ocupados sólo en conseguir este objetivo, que consumirá todas sus energías y actuará como elemento disuasorio de una posible expansión militar.
- Como potencia emergente, China adquirirá capital, tecnología y recursos en el mercado mundial basándose en una competencia en pie de igualdad y empleando medios pacíficos. Mientras tanto, tendrá que realizar más esfuerzos para poder contar con sus propios recursos internos, de modo que no deba depender en exceso del mercado internacional.
- El país también dependerá de las innovaciones institucionales, la reestructuración industrial, la exploración de su creciente mercado interno, la transferencia de enormes ahorros personales a la inversión y el desarrollo de sus recursos humanos con una mayor profundidad y magnitud.
- La cuestión de Taiwan plantea un gran desafío para el desarrollo del país. Deberá conseguirse una reunificación pacífica entre la China continental y la isla. No obstante, en el caso de que Taiwan adopte medidas inaceptables para conseguir la independencia de jure, no se descarta en absoluto recurrir al uso de la fuerza.
- En los asuntos de carácter mundial, China no aspira a la hegemonía ni al predominio. Aboga por un nuevo orden internacional en el terreno político y económico mediante la reforma y la democratización de las relaciones internacionales. China le está dando la espalda a las viejas prácticas caracterizadas por el modelo de potencias emergentes que desestabilizan los sistemas internacionales existentes a través de la guerra y buscan la hegemonía mediante una confrontación entre bloques.
- China ha superado la mentalidad de la guerra fría, que se opone al desarrollo pacífico y a la cooperación por el simple hecho de que existan sistemas sociales e ideologías distintas. En otras palabras, Beijing no tiene ningún interés en entablar una guerra ideológica con el mundo occidental.
- Beijing ha aplicado unas políticas de buena vecindad con respecto a otros países asiáticos, al tiempo que ha mejorado sus relaciones con todos los países del mundo (con la manifiesta excepción de Japón, único culpable de la ausencia de unas relaciones amistosas).
- El presupuesto de defensa de China es modesto, representando solo un pequeño porcentaje de aquel de EEUU y siendo inferior al de Japón. Su maquinaria militar ha sido diseñada para defender sus extensas fronteras terrestres y marítimas.
- La cultura china es, por naturaleza y tradición, de carácter pacífico y armonioso (contrastando explícita o implícitamente con las culturas occidentales). China aboga por el entendimiento mutuo y la fusión, en lugar de por el conflicto, entre distintas civilizaciones. Los rasgos culturales chinos también hacen hincapié en fomentar la armonía entre los seres humanos y el entorno natural, a diferencia de la tradición cultural occidental, que aspira a conquistar la naturaleza.
Logros de China desde 1978
Fue en 1978 cuando China, liderada por Deng Xiaoping, comenzó a concentrarse en la modernización económica. Así, entre 1978 y 2006, el Producto Interior Bruto (PIB) del país ha pasado de 216.500 millones de dólares a más de 2,6 billones, lo que representa una tasa de crecimiento anual medio del 9,6%. En la actualidad, China es la cuarta economía mundial y la tercera nación comercial. Se estima que hacia finales de 2007 el peso económico de la República Popular rebasará el de Alemania, convirtiéndose de este modo en la segunda economía más importante del mundo.
El nivel de vida de los ciudadanos chinos ha mejorado de forma considerable a lo largo de las tres últimas décadas. Mientras que en 1978 la renta per cápita anual era de 200 dólares, en la actualidad roza los 2.000 dólares.
El éxito de China ha sido posible gracias a su apertura al mundo y a unas reformas internas que fomentan el comercio exterior y atraen las inversiones extranjeras. Sus barreras arancelarias se sitúan entre las más bajas de cualquier país en vías de desarrollo, y es el país excedentario más importante del mundo, con unas reservas de divisas extranjeras de más de 1 billón de dólares. China ocupa el segundo lugar después de EEUU como receptor de inversión extranjera directa.
Puntos débiles y retos a asumir
Pese a sus tremendos logros, China sigue siendo un país muy pobre, con una renta per cápita media equivalente a tan sólo 1/20 de la de EEUU, o 1/9 de la de España. El salario medio de China sólo representa 1/13 del de EEUU. La economía de la República Popular todavía se basa en la producción de mercancías que requieren un alto coeficiente de mano de obra y presentan una baja eficiencia energética. Su gasto en I + D representa el 10% del de EEUU.
Al margen de la pobreza, China deberá hacer frente a otros enormes retos en su camino hacia el desarrollo. Las reformas económicas han tropezado con importantes obstáculos, entre los que destacan las engorrosas e improductivas empresas estatales, así como un sistema bancario ineficiente y con un elevado volumen de créditos incobrables. Por lo que respecta a los ingresos, siguen produciéndose alarmantes diferencias entre las zonas costeras y las del interior, entre las áreas urbanas y las rurales y entre las distintas clases sociales. Una sorprendente comparación es que en la China actual existen 300.000 personas que poseen verdaderas fortunas, sin embargo más de 400 millones de personas viven con el equivalente de menos de 2 dólares al día. La disparidad en los ingresos, la mala gestión del trabajo gubernamental y la corrupción oficial, entre otros problemas económicos y políticos, a menudo se traducen en un malestar social, en especial en las áreas rurales.
Las crecientes necesidades en lo que se refiere a energía, materias primas, agua y alimentos están limitando el crecimiento económico de China, mientras que la degradación ecológica está amenazando la vida cotidiana de la población. Sólo el 15% de los terrenos chinos son cultivables; además, éstos están menguando rápidamente debido a la urbanización y la desertificación. Dieciséis de las 20 ciudades más contaminadas del mundo se hallan en China. Tres cuartas partes de las aguas superficiales que fluyen por las áreas urbanas no son potables ni aptas para la pesca. La salud pública constituye un grave problema, y la atención médica es inexistente –o resulta insuficiente– para un importante porcentaje de la sociedad. Cada año se confirman 70.000 nuevos casos de infecciones por VIH.
Se estima que la actual población de China ha rebasado la marca de los 1.300 millones de habitantes y es posible que en el 2020 haya alcanzado los 1.500 millones. Debido a la política de control de natalidad, la población está “encaneciendo” con rapidez, y “envejecerá” antes de que se “enriquezca”. El fenómeno del envejecimiento va acompañado de un ratio de género desfavorable: los hombres chinos exceden a las mujeres en 40 millones.
Pronóstico del futuro de China
Si analizamos el balance entre los éxitos logrados y los puntos débiles, llegaremos a la conclusión de que China probablemente conseguirá “arreglárselas”. Esto significa que Beijing será capaz de proporcionar suficientes bienes sociales para mantener su orden político básico.
El próximo otoño, el Partido Comunista de China celebrará su XVII Congreso Nacional. Hace cinco años, el Partido experimentó una suave transición de liderazgo y por el momento no existe ningún indicio de que el próximo Congreso vaya a destacar ningún cambio de política importante ni división política. El Partido Comunista sigue caracterizándose por su fortaleza, organización, capacidad informativa, unión y adaptabilidad. Cualquier oposición y malestar social imaginables serán de carácter local, esporádicos y desorganizados. No es probable que en los próximos cinco a 10 años se produzca una anarquía generalizada ni una agitación política devastadora.
En términos generales, es muy posible que China siga disfrutando de un entorno internacional favorable, no previéndose ningún conflicto militar importante entre grandes potencias. Debido, en parte, a la interdependencia y a la cooperación internacional, parece que no existen profundas motivaciones en el mundo exterior que puedan provocar un caos a gran escala en China. Más bien al contrario, el país seguirá recibiendo capital extranjero y asistencia tecnológica que le permitan hacer frente a los retos que se le plantean.
Wang Jisi
Decano, School of Internacional Studies, Universidad de Beijing[1] Las opiniones expresadas corresponden al autor, no representando las de ninguna institución.