El ascenso de la derecha populista radical en Europa: alarmas y alarmismos (ARI)

El ascenso de la derecha populista radical en Europa: alarmas y alarmismos (ARI)

Tema: El éxito de los partidos extremistas en las últimas elecciones presidenciales francesas y en las parlamentarias griegas ha causado temor a un cambio en el escenario político europeo hacia el populismo radical.

Resumen: El éxito de los partidos extremistas en las últimas elecciones presidenciales francesas y en las parlamentarias griegas ha causado temor a un cambio en el escenario político europeo hacia el populismo radical. Sin embargo, la alarma parece exagerada: en el conjunto del espacio europeo, en lo que va de siglo no se produce un aumento del voto de extrema derecha, excepto en el caso de los países nórdicos y de Suiza. Ninguno de estos partidos gobierna y, en general, expresan un voto de protesta condenado a permanecer en minoría.

Análisis

Una presencia consolidada
Desde los años 90 se escuchan alarmas en Europa Occidental respecto al aumento del voto a partidos de extrema derecha, alarma que ha vuelto a sonar a raíz de las últimas elecciones celebradas en Francia y en Grecia. En el caso de las elecciones presidenciales francesas, el Frente Nacional dirigido ahora por Marine Le Pen ha conseguido un 18% de los votos, el mejor resultado de su historia en una primera vuelta de elecciones presidenciales. En Grecia, dos partidos de extrema derecha, los nacionalistas de ANEL y los filonazis de Aurora Dorada han obtenido en conjunto también el 18% de los votos y han conseguido por primera vez presencia en el Parlamento.

Sin embargo, si se examinan con perspectiva los datos de Europa Occidental desde comienzos de este siglo, se comprueba que no estamos ante un nuevo fenómeno, sino ante la normalización de la presencia de estos partidos en los Parlamentos, a donde llegaron ya a comienzos de este siglo o a finales del anterior. En varios casos, su peso electoral ha disminuido en las últimas elecciones, como en Bélgica, Dinamarca y Suiza. En otros países, como España y Alemania, esos partidos no tienen apoyo electoral o, como mucho, quedan relegados a algún éxito local (es el caso de Plataforma per Catalunya). Sólo en Noruega y Finlandia se aprecia un claro aumento del voto a estos grupos, antes inexistentes o irrelevantes en la vida política.

También en varios países de Europa del Este hay signos de disminución del apoyo al populismo radical, como en Eslovaquia, donde el grupo antiliberal del antiguo presidente de gobierno Vladimir Meciar, el Partido del Pueblo, ha obtenido un 1% de los votos en las elecciones parlamentarias de marzo de este año, y en Polonia, donde el voto a partidos de este tipo ha pasado del 46% en 2005 al 30% en 2011. En cualquier caso, en Europa del Este resulta mucho más difícil estudiar la evolución del apoyo al populismo radical por la inestabilidad del conjunto de sus sistemas de partidos. Así, por ejemplo, en Hungría, el fuerte apoyo al partido Jobbik es en gran parte la consecuencia del cambio hacia el centro del partido ahora en el gobierno, Fidesz, que recogía antes esos votos. Su éxito, por tanto, no puede interpretarse como un aumento de las posiciones de extrema derecha en el país sino como resultado del rechazo a Fidesz de sus votantes más extremistas. La extrema derecha, como la extrema izquierda, sólo puede identificarse en un entorno político en que los grandes partidos centrales permanecen estables, fieles a sus idearios y sus formas de hacer política. Cuando el centro cambia con frecuencia, como ocurre en varios países de Europa del Este, falta el punto central con el que identificar los extremos. Algo semejante ocurre en Italia, con un sistema de partidos desquiciado desde la operación Manos Limpias.

Por otra parte, la expresión de los observadores “extrema derecha” acoge en su interior formaciones muy diferentes, algunas de las cuales no se identifican de ninguna forma con esa etiqueta. Es muy dudoso, por ejemplo, que pueda denominarse como extrema derecha a los partidos cuya principal seña de identidad es la prevención contra la inmigración musulmana, como era el caso de la lista Pym Fortuin en los Países Bajos o la de su seguidor Geert Wilders, del Partido por la Libertad.

Tabla 1. Porcentaje de voto obtenido en las últimas elecciones parlamentarias

PartidoVotos
Lista Pym Fortuin y Partido por la Libertad (Geert Wilders (PVV) (Países Bajos)17% (2002); 6% (2006); 15% (2010, PVV)
Partido Liberal Austríaco27% (1999); 10% (2002); 11% (2006); 17,5% (2008)
Bloque Flamenco Belga12% (24% en Flandes) (2003); 12% (2007); 8% (2010, Vlaans Belang)
Partido Popular Danés12% (2001); 13% (2005); 14% (2007); 12% (2011)
Partido del Progreso Noruego15% (2001); 22% (2005); 23% (2009)
Demócratas de Suecia3% (2010); 6% (2010)
Auténticos Finlandeses2% (2003); 4% (2007); 19% (2011)
Frente Nacional (Francia) [1]17% (2002); 10% (2007); 18% (2012)
Partido Nacional Británico0,7% (2005); 2% (2010)
Partido del Pueblo Suizo(23%)1999; 27% (2003); 29% (2007); 27% (2011)

Fuente: elaboración propia y http://electionresources.org.

Ninguno de estos partidos gobierna en la actualidad, ni siquiera en el caso suizo, en que fue el partido más votado en las últimas elecciones. Con frecuencia los partidos tradicionales crean un “cordón sanitario” alrededor de estos grupos, lo que implica un acuerdo para marginarlos de las tareas de responsabilidad o de representación en gobiernos y parlamentos. Por otra parte, su carácter de partidos “monotemáticos” y de denuncia marca un techo electoral. Dicho de otra forma, sus votantes no esperan que ganen las elecciones y les votan para expresar su protesta ante el sistema político.

En condiciones normales, los votantes eligen entre programas de gobierno que les parecen creíbles, es decir, realizables, y los programas de los extremistas no entran en esta categoría. Pero en condiciones excepcionales, como las que se viven hoy en algunos países de la UE, cuando el centro de decisión se aleja de los gobiernos nacionales, muchos tienen la impresión de que da igual votar a la derecha o a la izquierda tradicionales, porque ambas acabarán ejecutando políticas parecidas marcadas por poderes europeos o “del mercado”. En estas circunstancias, la tentación de votar a partidos de protesta aumenta, no porque los electores crean que pueden gobernar de otra forma, sino porque asumen que, voten lo que voten, las políticas del gobierno serán parecidas y, ante eso, deciden utilizar el voto para, al menos, mostrar su protesta.

Pero, aunque estos partidos parezcan condenados a seguir en los márgenes de la vida política, su influencia en ella es importante, sobre todo porque introducen en la agenda política temas que los partidos tradicionales preferirían relegar a espacios menos visibles, especialmente todos los relacionados con la inmigración, la integración de la población musulmana o la delincuencia.

La relación entre inmigración y extrema derecha: el ejemplo griego
Existe un debate ya largo entre los especialistas sobre la relación entre la inmigración y el voto a los partidos de extrema derecha, con resultados ambiguos y contradictorios. La relación no está clara y no hay una respuesta definitiva a la pregunta de cuánta inmigración o qué tipo de inmigración produce el éxito electoral de los partidos que hacen de este tema su principal campo de batalla. Una conclusión común de los estudios es que el efecto de la inmigración sobre la decisión del voto está mediada a su vez por muchos otros factores, algunos económicos –como el nivel de desempleo o la fuerza del Estado de bienestar–, otros urbanos –como la concentración de inmigrantes– y otros puramente políticos, como la capacidad de los líderes tanto de la extrema derecha como de los partidos mayoritarios. De todos estos factores, el del desempleo es el de impacto más evidente.[2] El voto a la extrema derecha suele aumentar allí donde el crecimiento de la inmigración se combina con el del desempleo. Los parados que ven a los inmigrantes como competidores en el acceso a un puesto de trabajo son proclives a apoyar a un partido que prometa acabar con la inmigración o reducirla.

En este esquema, la inmigración irregular juega un papel peculiar: aunque el número de entradas de inmigrantes irregulares es normalmente pequeño en comparación con el de la inmigración ya asentada, el hecho de que el Estado no sea capaz de evitar nuevas llegadas de irregulares provoca una alarma importante y crea la impresión de que el aumento de la inmigración es imparable. Por este motivo, las noticias sobre la detención de inmigrantes irregulares en la frontera entre Grecia y Turquía, y la llegada a Francia desde Italia de un tren con inmigrantes tunecinos semi-legalizados por el gobierno de Berlusconi en 2011, tienen un efecto muy negativo sobre la opinión pública.

En el caso de Grecia, los hechos parecen mostrar que la inmigración sólo se ha convertido en un tema importante del debate político a causa de la crisis económica, de la intervención exterior y de los recortes en su gasto público, que han provocado una caída del nivel de vida de los griegos cercana al 40%. La inmigración no ocupaba un lugar relevante en la agenda política ni en los debates públicos antes de que esta crisis se manifestara en 2010.[3] En el período anterior, tanto los partidos políticos como la mayoría de la población compartían su rechazo hacia la inmigración y su desinterés en regularla, una actitud relacionada con el nacionalismo identitario griego y con el temor a verse afectados por la ola de inseguridad que batió los Balcanes en los años 90. Hay que recordar que los albaneses forman el mayor grupo de inmigrantes en Grecia. Es cierto que ya existía un partido racista, LAOS, pero su atractivo electoral era muy bajo (3% de los votos en las elecciones de 2007) y su racismo estaba dirigido originalmente contra los judíos, aunque se haya extendido después a los inmigrantes. En este período, desde las elecciones de 2007 hasta las recientes de 2012, el número total de inmigrantes ha aumentado muy ligeramente y, de hecho, las cifras muestran que la población inmigrante en Grecia está disminuyendo a consecuencia de la crisis económica. Sin embargo, la inmigración irregular ha aumentado mucho su visibilidad en las calles de las ciudades griegas.

La frontera griega con Turquía, marcada por el río Evros, se ha convertido en los últimos años en el principal punto de entrada de inmigración irregular a la UE y al espacio Schengen; en ella se producen actualmente el 80% de todas las detenciones de inmigrantes irregulares en las fronteras terrestres exteriores de la UE. En 2011, según los datos que publica la Agencia Europa de Fronteras (FRONTEX), 54.340 inmigrantes irregulares fueron aprehendidos en esa frontera, un 14% más que el año anterior. Se trata sobre todo de afganos, paquistaníes, bangladesís, argelinos y marroquíes, cuyo destino final raramente es Grecia sino otros países europeos con mejores oportunidades o con comunidades de su mismo origen nacional. Sin embargo, el hecho de que Grecia no tenga frontera terrestre con ningún país del grupo Schengen dificulta extraordinariamente su salida del territorio griego y muchos inmigrantes irregulares quedan atrapados en el país, sin trabajo y sin medios de vida, durante años. Su situación de extrema debilidad los convierte en presa fácil para todo tipo de grupos delictivos ya sean los dedicados a la prostitución, al tráfico de drogas o a la explotación laboral en la agricultura.[4] Por otra parte, su situación de desempleo y hacinamiento en viviendas compartidas los hace más visibles en las calles y espacios públicos, creando la impresión de que son muchos más que en el pasado. Son estos inmigrantes, que viven al borde de la miseria, los que han sido atacados en varias ocasiones por bandas violentas de jóvenes de extrema derecha en Atenas.

El gobierno griego ha pedido ayuda de la UE para frenar la llegada de inmigrantes irregulares desde Turquía y ha recibido una misión de 200 agentes movilizados por FRONTEX en la operación RABIT, luego continuada en la POSEIDON; no ha conseguido, sin embargo, apoyo político ni económico para su plan de construir un muro, de unos 12 km de longitud, en la frontera con Turquía en la zona de Tracia, en un área especialmente permeable al cruce irregular. La propuesta griega ha sido criticada por la Comisión Europea como “solución temporal” y ha negado cualquier posibilidad de financiarla. Por otra parte, muchos de los que ahora entran en Grecia desde Turquía piden asilo y el muro haría imposible que presentaran su solicitud, razón por la que las organizaciones de defensa de los derechos humanos se han opuesto a la construcción.

Desde la perspectiva de los demás Estados miembros de la UE, la situación de la frontera greco-turca es una amenaza para el espacio Schengen. Grecia no cumple sus obligaciones en materia de asilo, sus centros de detención de inmigrantes irregulares no alcanzan los estándares mínimos de habitabilidad y respeto a los derechos de los internos y todo ello hace que los demás Estados del espacio Schengen se encuentren con dificultades legales para reenviar de vuelta a Grecia, como prescriben las normas europeas, a los inmigrantes irregulares que detectan en su suelo y que entraron en la UE a través de ella. En el caso del Reino Unido, Dinamarca y Suecia, las autoridades han decidido detener del todo las devoluciones a Grecia de estos inmigrantes.

Todo esto ocurre en un contexto de grave deterioro de las condiciones de vida de la población griega en los últimos tres años. Si ya mucho antes de la crisis económica, Grecia era el país más contrario a la inmigración en la UE, con un gobierno que nunca ha desarrollado una política coherente de inmigración, este deterioro actual del nivel de vida ha producido un aumento notable del rechazo a la inmigración, que se encuentra ahora muy por encima de la media europea.

Tabla 2. ¿La inmigración hace del país un lugar mejor o peor para vivir? (porcentaje que contesta que la inmigración empeora la calidad de vida en el país)

200420082010
Grecia646575
Europa373640

Fuente: elaboración propia y Encuesta Social Europea.

Tabla 3. ¿Deben admitirse inmigrantes de países más pobres de fuera de la UE…. Muchos, bastantes, pocos o ninguno? (porcentaje que contesta que no debe admitirse a “ninguno”)

200420082010
Grecia273543
Europa182020

Fuente: elaboración propia y Encuesta Social Europea.

Los inmigrantes parecen haberse convertido en el chivo expiatorio del malestar de una población que no ve una luz al final del túnel, ni dentro ni fuera del euro, y que ha perdido la confianza en las instituciones políticas y en los partidos políticos que han gobernado en las últimas décadas. Culpar a los inmigrantes de todos los males es un fácil recurso psicológico para alejar la responsabilidad de los propios errores, excesos, corruptelas y corrupciones que han conducido a Grecia a la situación actual y, sobre todo, es fácil y gratuito porque los inmigrantes están indefensos ante este ataque.

Conclusión: La extrema derecha ya se asentó en los parlamentos de Europa Occidental en los años 90 y a comienzos de este siglo y, en líneas generales, en los últimos años su presencia se ha normalizado. No se trata, por tanto de un fenómeno nuevo. En algunos países ha aumentado su presencia, en otros ha disminuido, pero sigue condenada a permanecer en minoría y quedar fuera de los gobiernos. Por su estilo y su programa limitado a pocos temas, recoge un voto de protesta que sirve a los electores para expresar su disgusto más que para intentar conseguir gobiernos con otras políticas. Esto no implica que carezca de influencia: su presencia ha alterado el discurso de los grandes partidos tradicionales, que ahora se ven obligados a tener en cuenta las opiniones de los que se identifican con estos grupos.

El aumento del voto a la extrema derecha en las últimas elecciones celebradas en Europa no está relacionado con la inmigración sino con el miedo a la pérdida de un modo de vida amenazado por la globalización, en el caso de Francia, o con los sacrificios económicos de los que se responsabiliza a agentes externos, en el caso de Grecia. Tanto en Francia como en Grecia los líderes políticos han utilizado la inmigración como arma electoral ante su dificultad para presentar propuestas creíbles y factibles que calmen el malestar y el temor. Tampoco puede achacarse a la integración europea el crecimiento del apoyo al populismo nacionalista: los dos países donde este apoyo es más alto, Suiza y Noruega, están fuera de la Unión. El crecimiento del populismo radical parece responder más bien al rechazo a las transformaciones sociales que la globalización está causando en el mundo entero: ahí está el poderoso Tea Party de EEUU como ejemplo de reacción.

Por último, conviene notar que también el voto a la extrema izquierda ha aumentado en las últimas elecciones en Francia y en Grecia. Lo que ambos extremos comparten es su rechazo a la globalización, al poder de los mercados financieros internacionales y a las instituciones europeas, y expresan de diferentes modos la frustración de la población ante la crisis. Pero, en definitiva, el crecimiento de ambos extremos permite al centro seguir ocupando su mismo lugar, lo que supone una buena noticia para los grandes partidos tradicionales.

Carmen González Enríquez
Investigadora principal de Demografía, Población y Migraciones Internacionales, Real Instituto Elcano


[1] Porcentaje de voto obtenido en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

[2] Sobre este tema puede verse Cas Mudde (2012), “The Relationship Between Immigration and Nativism in Europe and North America”, Migration Policy Institute; Matt Golder (2003), “Explaining Variation in the Success of Extreme Right Parties in Western Europe”, Comparative Political Studies, vol. 36, nº 4, mayo, pp. 432-466; y M. Lubbers, M. Gijsberts y P. Scheepers (2002), “Extreme Right-wing Voting in Western Europe”, European Journal of Political Research, nº 41, pp. 345-378.

[3] Anna Triandafyllidou (2009), Greek Immigration Policy at the Turn of the 21st Century. Lack of Political Will or Purposeful Mismanagement?European Journal of Migration and Law, vol. 11, nº 2, pp. 159-178.

[4] Thanos Maroukis, “Migration and the Crisis in Greek Society: The Parameters of a Coordinated Departure”, http://www.eliamep.gr/wp-content/uploads/2012/01/thanos.pdf.