Dinamarca: ¿el patito feo de la política internacional?

Dinamarca: ¿el patito feo de la política internacional?

“Era un bonito día de verano en la campiña, y el dorado trigo, la verde avena y las parvas de heno apiladas en los prados tenían un hermoso aspecto… Una pata se hallaba sentada sobre su nido, esperando a que su nidada saliese del cascarón… Al fin los huevos se abrieron uno tras otro. ‘¡Oh, qué grande es el mundo!’, dijeron los patitos… ‘¿Creéis acaso que esto es el mundo entero?’, preguntó la pata. ‘Pues esperad a ver el jardín; se extiende mucho más allá de esto, hasta el prado del pastor, aunque yo nunca me he alejado tanto…’ Por fin se rompió el único huevo grande, y un polluelo salió del cascarón. Era muy grande y feo… La madre dijo: ‘No es hermoso, pero tiene muy buena disposición y nada tan bien o mejor que los otros. Creo que será hermoso cuando crezca, y quizás se le vea más pequeño. Ha permanecido demasiado tiempo dentro del cascarón, y por eso su cuerpo no se ha formado correctamente…” (El patito feo, de Hans Christian Andersen, 1844).

Tema: Este ARI trata de la publicación de las viñetas danesas sobre Mahoma, que ha desatado una crisis de identidad en Dinamarca tanto con respecto a la política exterior danesa como a su identidad nacional.

Análisis

¿Que ha fallado en el Estado danés?
En los hogares daneses, en las calles y en los comercios, se discute por qué la publicación de doce viñetas en el periódico Jyllandsposten en septiembre de 2005 ha desatado una furia semejante contra Dinamarca. Hasta Año Nuevo de 2006, la insistencia del Gobierno danés en no interferir en la cuestión de las restricciones a la libertad de prensa no fue demasiado discutida. Pero de repente se rompió el silencio. Voces procedentes tanto del exterior como del interior de Dinamarca empezaron a cuestionar el modo en que el Gobierno estaba gestionando “la cuestión”.

Permítanme describir brevemente el curso de los “acontecimientos”: una de las viñetas en particular fue la que provocó un mayor enfurecimiento entre algunas de las organizaciones musulmanas de Dinamarca. En ella se mostraba a Mahoma con un turbante en forma de bomba. Una semana después de su publicación, el portavoz de la conservadora Comunidad de la Fe Islámica danesa exigió una disculpa del periódico Jyllandsposten. Éste se negó y algunas semanas más tarde once embajadores de países musulmanes solicitaron una reunión con el primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, para analizar la política antimusulmana del Gobierno. Fogh Rasmussen rechazó tal solicitud, alegando que la libertad de expresión y de prensa eran un pilar sagrado de la democracia y por lo tanto no susceptibles de debate. El resultado de esta negativa fue doble: una delegación de la Comunidad de la Fe Islámica se desplazó por Oriente Medio para celebrar reuniones con líderes religiosos sobre cómo reaccionar a las viñetas y, prácticamente al mismo tiempo, 22 antiguos embajadores daneses en países musulmanes condenaron la ignorancia del primer ministro acerca de las sutilezas diplomáticas. A finales de diciembre la cuestión de si deben imponerse límites a la libertad de expresión llegó al debate público danés. Como consecuencia, Fogh Rasmussen, en su discurso de Año Nuevo a la nación, subrayó la importancia de la libertad de expresión, la libertad religiosa y el respeto mutuo.

Al principio del debate, prácticamente nadie rebatió que el concepto de libertad de prensa era algo estable y bien definido. Aparentemente está vinculado al concepto de democracia, que supuestamente también está bien definido. De esta forma, el debate se construyó discursivamente en términos binarios: o bien se estaba a favor de la libertad de prensa o de lo contrario se debía estar en contra. En el segundo caso, se da por supuesto que se es un no demócrata, puesto que la esencia de la democracia liberal es la libertad de expresión.

Desde Año Nuevo, el discurso hasta entonces dominante sobre la sagrada libertad de prensa se ha visto cuestionado por un discurso sobre la necesidad de vincular la libertad de expresión con la tolerancia/el respeto de otras culturas y religiones. Los dos discursos trascienden las afiliaciones políticas, y por ello los partidos políticos daneses tienen dificultades para adoptar una postura claramente definida.

El portador más prominente del discurso sobre tolerancia y respeto es Uffe Elleman-Jensen, antiguo ministro de Asuntos Exteriores y antiguo líder del Partido Liberal (Venstre) cuyo líder actual es el primer ministro, Fogh Rasmussen. Ya en octubre de 2005, advirtió de la falta de comprensión hacia las minorías y sus religiones. La culminación de sus advertencias hasta ese momento se publicó el 8 de febrero en el periódico conservador Berlingske Tidende:

“Si nosotros los daneses deseamos mantener el diálogo con otras culturas y religiones –e incluso queremos que compren nuestros productos lácteos– entonces no podemos exigir que acepten todas nuestras normas, y mucho menos cuando están expuestas a desdén, burla y sarcasmo. Si insistimos en que tienen que tolerar todo eso, entonces estamos todos firmemente anclados en el ‘estanque de pueblo danés’ en el que todo el mundo está convencido de su propia infalibilidad y por lo tanto es incapaz de avanzar en un mundo globalizado” (Berlingske Tidende, 8/II/2006).

Esta declaración del antiguo ministro de Asuntos Exteriores suscitó un enorme debate en la sociedad danesa. Común en dicho debate es la cuestión de la integración de los musulmanes, la democracia y el estatus de la religión en un Estado-nación laico (la Iglesia danesa es una Iglesia estatal).

Desde que llegó al poder en 2001 el actual Gobierno liberal/conservador (con apoyo de la extrema derecha), las políticas de inmigración se han hecho extremadamente duras. Lo que se ha denominado el “tono del debate” sobre los inmigrantes, especialmente los inmigrantes musulmanes, también es duro. La extrema derecha se refiere a los inmigrantes musulmanes como “la quinta columna” o el “Caballo de Troya”. Además, se ha adoptado una ley discriminatoria, la denominada norma de los 24 años, que impide que los ciudadanos daneses obtengan permisos de residencia en Dinamarca para cónyuges extranjeros si cualquiera de las partes tiene menos de 24 años de edad. Además, las parejas danés-extranjero deben cumplir un “criterio de apego” que demuestre que su apego común a Dinamarca es más fuerte que su apego común a cualquier otro país, es decir, al país de origen del cónyuge. El “tono” del debate y estas leyes han provocado críticas de la oposición a nivel nacional y en el extranjero. Por ejemplo, el alto comisionado para los Derechos Humanos del Consejo Europeo, Álvaro Gil-Robles, llegó a la conclusión el 17 de enero de 2006 de que existe un nivel bastante elevado de intolerancia en la sociedad, el ruedo político y los medios de comunicación daneses. Además, criticó la propuesta del Gobierno danés de sustituir la “enseñanza religiosa” en las escuelas por “estudios cristianos”; uno de los ministros respondió que ningún organismo exterior debía inmiscuirse en los asuntos internos de Dinamarca.

Las dificultades del Gobierno para gestionar la polémica actual en torno a las viñetas están vinculadas a la idea que los daneses tienen del Estado y la nación: el Estado danés se considera un arquetipo de un Estado-nación y la nación danesa se define como una comunidad étnica imaginada cuya supervivencia cultural se ve garantizada por el Estado, que mediante la formulación de leyes se encarga de que los inmigrantes adopten los valores culturales daneses. El concepto de homogeneidad cultural es, de este modo, el elemento definitorio más importante en la construcción de la nación danesa.

No obstante, el hecho de que alrededor de 250.000 inmigrantes (sobre todo procedentes de países musulmanes) estén viviendo en Dinamarca en la actualidad (la población danesa es de 5,3 millones) pone en tela de juicio el concepto del Estado-nación danés basado en la homogeneidad cultural. De repente parece que los daneses han descubierto que la generación más joven de inmigrantes musulmanes cuestiona conscientemente la homogeneidad cultural del Estado-nación.

Algunos sectores de la población danesa (parte del Partido Socialdemócrata, parte de los Partidos Conservador y Liberal, toda la extrema derecha y parte de la extrema izquierda) consideran que la crítica de las viñetas por parte de algunas organizaciones musulmanas es una confirmación de la falta de voluntad de integración de todos los musulmanes. Esta idea se está viendo cuestionada en la actualidad por muchos musulmanes que critican tanto a las organizaciones musulmanas conservadoras como al Gobierno danés y que desean encontrar una solución alternativa al discurso construido en términos binarios: culturalmente danés frente a culturalmente musulmán; daneses laicos frente a musulmanes religiosos; daneses demócratas frente a musulmanes no demócratas. Este movimiento ha conseguido también el apoyo de muchos daneses étnicos; hasta la fecha proliferan manifestaciones, nuevos sitios web, conferencias, peticiones y cartas abiertas al Gobierno. El impacto de la publicación de las viñetas puede reconstruir en la actualidad aquello en torno a lo que realmente gira la identidad danesa.

Dinamarca: un activista internacionalista
Se ha prendido fuego a las embajadas danesas en Indonesia, Siria, el Líbano e Irán, y su personal se ha visto amenazado. Como consecuencia, las embajadas han sido evacuadas y Dinamarca ha dejado de tener representación en estos importantes países musulmanes.

Estos acontecimientos deberían analizarse teniendo en cuenta el hecho de que los Gobiernos daneses no están acostumbrados a recibir duras críticas de otros Gobiernos y otras poblaciones. En general, Dinamarca ha gozado de una buena reputación en la comunidad internacional al haber conseguido presentarse a sí misma como un país que prefiere el diálogo pacífico, la diplomacia, el mantenimiento de la paz y la ayuda al desarrollo a las ofensivas militares, y ello a pesar de la participación danesa en la primera Guerra del Golfo en 1991 y en la invasión de Irak.

Los líderes de los partidos comentan que Dinamarca se encuentra en su peor momento en cuanto a la política exterior desde la Segunda Guerra Mundial. Algunos investigadores creen que las protestas contra las viñetas tendrán como consecuencia una enorme oposición a la política exterior danesa (Ole Wæver, Politiken, 8/II/2006). De ser cierto esto, la imagen de Dinamarca como activista en política exterior se verá gravemente dañada. Ole Wæver sugiere incluso que Dinamarca debe tratar de pasar desapercibida, especialmente en Oriente Medio, porque en la actualidad está estigmatizada. Por supuesto, el primer ministro rechazó radicalmente la idea de que “Dinamarca vaya a convertirse en un país introvertido”, declarando: “Seguiremos manteniendo nuestros valores clave tanto en Dinamarca como en el extranjero” (Fogh Rasmussen, Politiken, 11/II/2006).

En la década de los noventa el concepto clave de la política exterior danesa era “internacionalismo activo”. Apuntaba a una ambiciosa doctrina que exigía un alto nivel de compromiso internacional por un lado, y una voluntad de compromiso activo con los principios y los objetivos internacionalistas de las Naciones Unidas por otro. Este activismo se hizo aún más obvio tras el ascenso al poder de la coalición del Partido Conservador y el Partido Liberal daneses, respaldada por la extrema derecha, en 2001. En junio de 2003 el Gobierno danés presentó A Changing World – The Government’s Vision for New Priorities in Denmark’s Foreign Policy. Esta estrategia define el fomento de la seguridad y la prosperidad de Dinamarca sobre la base de un conjunto de valores fundamentales como el principal objetivo de la política exterior danesa. Los principales valores son el individuo, la comunidad, la libertad, la democracia y la seguridad. La estrategia hace hincapié en que Dinamarca debería ejercer máxima influencia en el mundo que le rodea, basándose en estos valores.

Esta estrategia de activismo ha supuesto una participación directa en la ocupación de Irak y en Afganistán. Justo ahora, en febrero de este año, el Gobierno está debatiendo si Dinamarca debe satisfacer las exigencias estadounidenses de una mayor participación danesa en Afganistán. Hasta el incendio de las embajadas danesas en Oriente Medio e Indonesia, existía un apoyo parlamentario generalizado al envío de más tropas a Afganistán y a la prolongación del emplazamiento de soldados en Irak. Pero después de la manifestación en Basra, no está del todo clara la permanencia de las tropas danesas de Irak. De ser retiradas, la política exterior activista de Dinamarca quedará arruinada a ojos del Gobierno.

El Gobierno también ha intentado llevar a cabo una política activa en Oriente Medio mediante la exportación de la democracia y los derechos humanos. En 2003, el Gobierno danés lanzó la Iniciativa para el Gran Oriente Medio, similar a otras iniciativas de fomento de la democracia de EEUU y la UE. Esta Iniciativa se vio complementada por la Iniciativa Árabe, cuyo objetivo es “la cooperación fructífera con los países árabes al sur del Mediterráneo para solventar problemas comunes y crear posibilidades comunes que tan sólo pueden establecerse creando un respeto, una tolerancia y un entendimiento mutuos de las condiciones históricas y actuales para el desarrollo en cada país y en cada región” (Det Arabiske Initiativ, la Iniciativa Árabe, Ministerio de Asuntos Exteriores, Copenhague, enero de 2005).

Es posible que la iniciativa experimente problemas políticos en los países árabes como consecuencia de las viñetas. Así, la ambiciosa iniciativa danesa, cuyo propósito era mostrar que los daneses se preocupan por los vecinos de la UE aun cuando geográficamente no sean vecinos de Dinamarca, puede verse “aparcada”.

Conclusión

El patito feo danés
El primer ministro danés ha declarado que Dinamarca atraviesa la peor crisis en su política exterior desde la Segunda Guerra Mundial. Y no se equivoca en absoluto. Pero se trata también de una crisis interna, porque la crisis tiene que ver con la identidad nacional de Dinamarca. Las viñetas han puesto de manifiesto que existe una estrecha conexión entre la esfera nacional y la internacional, y que la política exterior tiene que ver con el modo en que los Estados-nación se perciben a sí mismos en el escenario internacional.

Todos los niños en edad escolar han leído el cuento de El patito feo de Hans Christian Andersen. Forma parte del patrimonio literario nacional. Desde la infancia, los daneses aprenden que Dinamarca es un rincón agrícola pacífico y agradable. A primera vista puede parecer que los daneses son feos porque son demasiado engreídos, pero con la edad aprenden a comportarse de forma amable y civilizada. El relato cuenta a los daneses que éstos terminan “nadando” mejor que otros cisnes. Esta idea guarda relación con la visión de que el Estado-nación danés es más democrático que otros Estados-nación debido al Estado de bienestar y a una tradición de igualitarismo y antielitismo político De esta forma, los Gobiernos daneses consideran un derecho moral el ejercer influencia más allá de las fronteras danesas.

No obstante, esta imagen de sí mismos se esta viendo hecha añicos en la actualidad por no haber tenido en cuenta el Estado-nación danés que otros Estados-nación y otras sociedades no consideran las políticas exteriores danesas las mejores políticas del mundo.

Dra. Ulla Holm
Instituto Danés de Estudios Internacionales (DIIS)