Tema: El 9 de marzo tuvo lugar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en El Salvador. Contra todo pronóstico, el resultado fue de los más ajustados que se conocen, con apenas 6.000 votos separando a las dos fuerzas contendientes.
Resumen: Las elecciones presidenciales salvadoreñas han transcurrido a lo largo de sus dos vueltas, en febrero y en marzo de este año, en una tensa calma. Se trataba de dilucidar si el gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) iniciado en 2009 continuaría hasta 2015, o si por el contrario se realizaría un cambio que permitiera al partido de la derecha ARENA retomar el poder tras cinco años en la oposición. El resultado final no pudo ser más ajustado, pues apenas 6.000 votos separaban a una fuerza de la otra, y el cruce de acusaciones de fraude electoral y compra de votos, junto con discursos en ocasiones salidos de otros tiempos, llegaron a preocupar a la opinión pública salvadoreña. De nuevo se trata de un resultado electoral en América Latina cuestionado por el partido perdedor.
Análisis: Durante los meses de febrero y marzo de este año se han celebrado en El Salvador elecciones a la presidencia. El país se encuentra en una precaria situación económica, con una deuda externa de 13.800 millones de dólares –el 55,3% del PIB–, más del 40% de la población viviendo en la pobreza y una tasa de subempleo del 30%. También se trata de un país objetivo prioritario de la cooperación al desarrollo española. España ha sido el principal donante desde 2007, habiendo aportado más de 680 millones de dólares y firmado el Marco de Asociación País 2010-2014 con una dotación de 261 millones de dólares. En El Salvador se encuentran presentes algunas grandes empresas españolas, como el Grupo Calvo, Telefónica y Mapfre.
El comienzo del proceso electoral se vio marcado por dos novedades de carácter más técnico que político: el voto residencial y el voto desde el exterior. Por primera vez desde la llegada de la democracia a El Salvador los electores podían acudir a las urnas en un centro de voto más próximo al lugar en el que estuvieran censados, después de varias pruebas piloto desde 2006. Por otro lado, y también como novedad, se permitió ejercer su derecho al voto a todos aquellos salvadoreños con residencia en el exterior, algo de suma importancia para un país de 6.288.899 habitantes, de los cuales unos 3.100.000 viven fuera, fundamentalmente en EEUU (donde reside el 94,6% de los emigrantes). Sin embargo, de los residentes en el extranjero sólo se inscribieron para la votación 10.337, de los cuales votaron 2.531. A pesar de estas dos novedades, la participación no superó en ninguna de las dos vueltas el 60%, probablemente debido a problemas con la depuración del censo.
A estas elecciones acudían las dos fuerzas políticas tradicionales, ARENA, liderada por el alcalde de San Salvador, Norman Quijano, y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), liderado por el ex guerrillero, vicepresidente y ministro de Educación Salvador Sánchez Cerén. También compitieron UNIDAD, una escisión de ARENA liderada por el ex presidente Antonio Saca, y los minoritarios Partido Salvadoreño Progresista (PSP) y Fraternidad Patriótica Salvadoreña (FSP). En esta primera fase se trataba de dirimir si el partido de Saca conseguiría romper con el bipartidismo instalado en el país o si, por el contrario, todo continuaría igual. También se debía comenzar a despejar la duda de si tras la histórica ruptura electoral producida en 2009, cuando por vez primera el FMLN ganó unas elecciones después de 20 años de dominio de ARENA tras la guerra civil, éste sería capaz de mantener la posición.
Tras una primera vuelta a primeros del mes de febrero, en la que hubo más de 10 puntos de diferencia entre los dos principales partidos, FMLN (48,96%) y ARENA (38,96%), nadie –ni las más prestigiosas empresas de opinión del país como LPG datos, que otorgaba 14 puntos de diferencia a los dos contendientes– intuyó el cerrado resultado de la segunda vuelta. Un resultado que ha sorprendido a casi todo el mundo. Sólo dos décimas (50,11% frente al 49,89%) y 6.634 votos separaron a Sanchez Cerén de Norman Quijano. Esta situación provocó durante los primeros momentos, tras el cierre de las urnas y en los días posteriores, una situación de tensión máxima con acusaciones de fraude electoral por parte de ARENA, incluso con discursos duros que recordaban otros tiempos. Sólo el jueves 13 de marzo, cuatro días después de finalizado el proceso, el Tribunal Supremo Electoral proclamó la victoria del FMLN.
El ascenso en más de 400.000 votos de ARENA en tan sólo cinco semanas, del 2 de febrero al 9 de marzo, se puede explicar a través de varios factores que nos ayudarían a comprender sus razones: (1) el contexto regional; (2) la movilización de ARENA; (3) la tregua entre las principales maras del país; y (4) la campaña del presidente saliente Mauricio Funes.
(1) El contexto regional
En primer lugar es importante destacar el contexto regional en el que se ha desarrollado la segunda vuelta electoral. A partir del 12 de febrero comenzó una escalada de violencia en Venezuela que todavía hoy persiste. Esta situación ha sido utilizada por ARENA para animar el voto del miedo con la distribución de vídeos de las juventudes areneras en los que se pedía el voto para evitar que El Salvador se convirtiera en una nueva Venezuela. Este panorama también era alentado desde diversos medios de comunicación desde Miami que apelaban a la situación venezolana como el destino inextricable de El Salvador como un nuevo “narco-Estado” si ganaba el FMLN Esta llamada parece haber surtido efecto tanto en la movilización de un electorado que durante la primera vuelta se había quedado en casa, como también sobre el electorado que durante la primera vuelta votó por Antonio Saca de UNIDAD, una de las escisiones recientes de ARENA.
(2) La movilización de ARENA
El segundo factor ha sido la importante movilización que ha conseguido ARENA en la segunda vuelta. A comienzos del proceso electoral este partido tenía varios frentes abiertos claves para comprender la diferencia de más de 10 puntos en la primera vuelta:
- ARENA se encontraba entonces, y ahora, sumido en una importante fractura interna, en pleno proceso de renovación de las elites del partido, en proceso de redefinición ideológica entre los conservadores tradicionales y el ala más neoliberal y, por tanto, acudía muy debilitado a las urnas.
- La presencia en las elecciones del movimiento UNIDAD, liderado por Saca, ex miembro de ARENA, hacía que por primera vez en 20 años la derecha salvadoreña no acudiera en bloque a las urnas.
- Otro factor que claramente influyó fue la apertura de un caso importante de corrupción contra el ex presidente Francisco Flores (1999-2004), justo al comienzo de la campaña electoral en enero. En esta causa se le acusa de apropiación indebida de 10 millones de dólares, recibidos nominalmente del gobierno de Taiwán (como apoyo a su declaración de independencia) durante los años 2002-2003. Por cierto, el primer ministro taiwanés de la época, Chen Shui-Bian, se encuentra en prisión por causas de corrupción diversas.
Esto llevó al convencimiento de que el FMLN ganaría en la primera vuelta por mayoría suficiente (50% de los votos + 1), tal y como ha sido tradición en todas las elecciones presidenciales salvadoreñas, salvo en la de 1994 (las primeras tras los Acuerdos de Paz), lo que desmovilizó a parte de su electorado y también, y muy importante, a parte de sus fuentes de financiación.
En la segunda vuelta, sin embargo, todo cambió. Tanto el partido, como sus seguidores, como, por supuesto, sus fuentes de financiación, fundamentalmente la clase empresarial, salieron a ganar la segunda vuelta. Enfrente tenían a un partido muy seguro de sí mismo y de la ventaja que había adquirido en la primera vuelta y que, por lo tanto, se confió y no movilizó suficientemente a su electorado.
Los resultados de la segunda vuelta demostraron varias cosas. La primera, que el FMLN había alcanzado su techo durante la primera vuelta. La segunda, que a pesar de existir una alianza tácita entre UNIDAD y el FMLN, las bases de Saca optaron por su opción natural, ARENA. Así, el FMLN, que contaba con capitalizar los votos de Saca –307.603 sufragios (el 11,44% del total)–, sólo aumentó su caudal en 178.376 votos, mientras que ARENA consiguió sumar 439.918 papeletas. Y la tercera, que el FMLN se confío ante las predicciones que le daban como seguro ganador y no planteó una buena estrategia de campaña.
(3) La tregua entre las principales maras del país
El tercer factor que debemos considerar en este punto ha sido la cuestión de la tregua que sellaron las principales maras del país, M18 y M13-Salvatrucha, en 2012, con la mediación de monseñor Fabio Colindres y el excomandante del FMLN, Raúl Mijango, entre otros, lo que dio a entender la aprobación del gobierno de Funes. La cuestión de las maras es un asunto cuyo origen lo encontramos en las deportaciones de pandilleros desde Los Ángeles en 2004. La integración de estos grupos de jóvenes en El Salvador ha sido de lo más conflictiva, ya que han terminado de configurar una sociedad paralela. Una suerte de cosa nostra, perfectamente organizada, que cubre y protege a sus miembros, del Estado y de otras bandas. Se estima que estos grupos movilizan a unos 500.000 salvadoreños, que tienen extorsionada al resto de la sociedad. Desde la puesta en marcha de la tregua, el número diario de homicidios ha bajado de 15 a seis. Sin embargo, el número de extorsiones a empresarios, negocios y ciudadanos de a pie no se ha reducido en absoluto. Las principales críticas que ha recibido y recibe la tregua se deben precisamente a esto último, ya que se dice que el número de muertos desciende porque los mareros ya no se matan entre ellos, aunque la sociedad sigue padeciendo su lacra en forma de extorsión.
De todos los partidos salvadoreños sólo el FMLN ha apoyado este proceso alegando que tras la puesta en marcha de los programas de Mano Dura y Plan Supermanodura no se consiguió reducir la criminalidad provocada por estas pandillas. El resto de fuerzas políticas se han posicionado en contra, acusando al gobierno de haber mediado en la tregua y alegando que el acompañamiento a una negociación de bandas criminales otorga legitimidad al proceso, que sólo beneficia a las propias maras puesto que la sociedad continuaba presa de las extorsiones llevadas a cabo por estas. Sin duda, la gestión de este problema estará en puestos destacados de la agenda política del próximo gobierno.
(4) La campaña del presidente saliente Mauricio Funes
El cuarto factor que nos da las claves para entender el resultado de estas elecciones es la campaña llevada a cabo por el presidente saliente Mauricio Funes. Funes ha sido esencial a lo largo de toda la campaña para la movilización del voto del Frente. Pero no sólo él, también su mujer Vanda Pignoto, brasileña, abogada y activista de Derechos Humanos, ha sido clave en esta contienda. Tanto Funes desde su programa en la radio, como su mujer con la importante labor social que ha llevado a cabo, han tenido mucho que ver con que la popularidad del Funes no haya decaído, quizá hasta las últimas semanas, contando con una simpatía ciudadana por encima del 70% y con una aprobación de su gestión por encima del 60%.
Sin embargo, la constante presencia del presidente saliente en los medios de comunicación, con un discurso mucho más agresivo que el del candidato de su partido, Sánchez Cerén, en la segunda vuelta, han hecho caer su popularidad y la de su propio partido.
Estos cuatro factores habrían hecho posible llegar a la situación con la que finalizó el proceso: un empate técnico en votos. Pocos procesos electorales han terminado con tan poca diferencia. Esta situación, por supuesto, da lugar a la especulación y las acusaciones de fraude y manipulación del voto por los perdedores de la contienda, el partido ARENA.
Tres son los escenarios a los que se enfrenta el país. El primero, poco probable, la impugnación total del resultado electoral por ARENA. El segundo, y quizá el más deseable en clave de país, sería el del reconocimiento del resultado por parte de ARENA (lo que le permitiría la recomposición interna), y la consecución de acuerdos por parte de ambos contendientes que llevarán a amplios consensos y así garantizarán la gobernabilidad del país. Y, por último, y quizá más probable a la luz de los pasos seguidos hasta el momento por los representantes y seguidores de ARENA, un escenario de no reconocimiento del resultado al estilo López Obrador en México, o el más reciente caso hondureño, que podría llevar a un escenario de movilización en las calles por ARENA y la consiguiente erosión de legitimidad del nuevo presidente y del Tribunal Supremo Electoral.
Esta situación de cuestionamiento del proceso electoral no beneficiará al país. El nuevo gobierno va a tener que hacer frente a una penosa situación económica, con un crecimiento de apenas el 1,9% anual, cuando la media regional es del 4%. Con la dolarización de la economía salvadoreña, la única forma de afrontar el gasto social es el endeudamiento. Este endeudamiento, si no hay cambios en Venezuela, seguirá procediendo en gran medida del Grupo Alba Petróleo (corporación fundada en 2006 con un 60% de capital venezolano y el 40% con capital de ayuntamientos y corporaciones locales) que presta ayuda al gobierno en fondos con devolución a largo plazo. Este grupo, además, ha dedicado parte de su acción en el país a proyectos de desarrollo humano orientados a educación, salud o créditos agrícolas entre otros, por lo que goza de cierta popularidad entre la población más humilde. Sin embargo, un escenario cambiante en Venezuela podría llegar a reducir o incluso terminar con esta situación, lo que conduciría al colapso económico del país. Para evitar llegar a esta situación lo más inteligente por parte del presidente electo Sánchez Cerén sería mantener las buenas relaciones con EEUU tal y como ha hecho su correligionario Funes a lo largo de su presidencia. De este modo, al jugar la clave multivectorial con respecto a estos dos actores, Venezuela y EEUU, el país podría evitar una situación de mayor dramatismo económico.
Con esta situación se tendrán que adoptar medidas poco populares, tales como elevar la recaudación fiscal para poder bajar la deuda que ha adquirido el Estado con las administraciones privadas de fondos de pensiones por un monto de más de 1.883 millones de dólares. Además, esta cifra aumenta cada año en 400 millones de dólares en concepto de intereses, lo que podría llegar a acelerar una salida masiva de capitales del país y que empeoraría aún más las cosas.
En el ámbito más político podemos prever que la situación de crispación se irá incrementando a medida que pasen las semanas y los meses, ya que con este apretado resultado electoral los dos principales partidos, FMLN y ARENA, se encuentran en fase de preparación de su próxima campaña electoral de cara a las elecciones legislativas y municipales del próximo mes de febrero de 2015. Esto, junto con los fuertes ajustes económicos que se va a ver obligado a poner en marcha Sánchez Cerén, harán que podamos llegar a encontrar en El Salvador a lo largo de todo este largo año una situación de movilización permanente en la calle, con consecuencias imprevisibles, por parte del partido perdedor y que nos podría llegar a recordar, en alguna medida, al escenario venezolano.
Conclusiones: Las conclusiones que, finalmente, podemos extraer de este interesante y tenso proceso electoral y de sus resultados son fundamentalmente dos. De un lado, una vez más se vuelve a cuestionar la legitimidad de un resultado electoral en América Latina por el partido perdedor, lo que no es algo positivo para la consolidación institucional y democrática. Se hace necesaria más que nunca la construcción de instituciones acordadas por todos los actores políticos y sociales, pero no partidarias, para evitar el permanente cuestionamiento de los procesos electorales con el desgaste que esto supone para la sociedad en su conjunto. La presencia de Tribunales Constitucionales y Tribunales Electorales creíbles y de prestigio por y para todos es esencial para el buen devenir de las democracias en Centroamérica. Por otro lado, las fuertes corruptelas presentes en todos los partidos del espectro político hacen que se pierda la credibilidad en ellos. Por lo tanto, se hace imprescindible un control de su financiación, así como de regulación de las campañas electorales en las que “todo vale” con tal de movilizar a los potenciales electores. En un país con tasas de analfabetismo que superan el 30% y las de pobreza el 45,3%, podemos imaginar cuán fácil es conseguir movilizar el voto en uno y otro sentido.
Ruth Ferrero-Turrión
Investigadora Senior ICEI-UCM