Tema
En el análisis que se presenta a continuación se examinan algunos de los resultados más importantes de la COP28. Se abordan las posiciones negociadoras de los principales emisores de gases contaminantes y la ruta a seguir en cuanto a la acción por el clima coordinada a nivel mundial para triplicar el uso de las renovables, duplicar la eficiencia energética, “llevar a cabo una transición que deje atrás los combustibles fósiles” y financiar la transición hacia las cero emisiones netas, un tema fundamental de cara a la COP29 que se celebrará en Bakú.
Resumen
La Vigesimoctava Conferencia de las Partes (COP28), el mayor encuentro en la historia de las negociaciones internacionales sobre el clima hasta la fecha, tuvo lugar en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el séptimo productor mundial de petróleo, del 30 de noviembre al 13 de diciembre de 2023. Tras un informe demoledor sobre los avances conseguidos para la consecución de los objetivos climáticos consensuados de manera colectiva a raíz del Acuerdo de París, y con el capital político repartido entre los conflictos actuales y la recuperación de la resaca de 2020, se preveía que la COP28 sería una cumbre complicada que arrojaría resultados escasos.
Los objetivos principales de la COP consistían en finalizar la primera evaluación de los avances hacia la consecución de los objetivos establecidos en el Acuerdo de París (el llamado “balance mundial”) a través de una decisión de la COP, la creación del fondo de pérdidas y daños acordado en Sharm el-Sheikh (Egipto) en la COP27, impulsar las negociaciones sobre el objetivo mundial relativo a la adaptación y el nuevo objetivo colectivo cuantificado relativo a la financiación internacional de la lucha contra el cambio climático (se acordará en 2024), promover la armonización de los flujos financieros con los objetivos climáticos y, por último, acordar las normas para la cooperación internacional a través de mecanismos de mercado o ajenos al mercado en virtud del artículo 6 del Acuerdo de París.
A medida que se avanza en la implantación de los compromisos climáticos, cabe afirmar que va ganando fuerza un enfoque cada vez más sectorial en las negociaciones internacionales sobre el clima. Había muchas esperanzas puestas en la COP28 en el sentido de que los textos negociados incluyesen objetivos ambiciosos en el ámbito energético. Las bases para incluir esos objetivos en las decisiones de la COP de Dubái se sentaron en abril de 2023 con la propuesta de la Unión Europea (UE) del Foro de las Principales Economías y el lanzamiento del Compromiso Mundial sobre Energías Renovables y Eficiencia Energética en el marco de la Cumbre Mundial de Acción por el Clima de Dubái. El objetivo de este compromiso consiste en triplicar el uso de las energías renovables (hasta llegar a 11 TW de capacidad instalada) y duplicar la tasa media anual a nivel mundial de mejora de la eficiencia energética (del 2% al 4%) para 2030. Algunos factores que se esperaba que tuviesen relevancia en la COP28 son la biodiversidad, el agua, la alimentación, la salud y la representación de la juventud en las negociaciones sobre el clima.
El “consenso de los EAU”, que engloba los resultados de la COP28, derivó en la creación del esperado fondo para paliar pérdidas y daños. La decisión del balance mundial instó a las Partes a triplicar el uso de las renovables y duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética para 2030. En particular, esta decisión incluía el compromiso de llevar a cabo una “transición que deje atrás los combustibles fósiles”. Asimismo, en la COP28 se elaboró un marco para el objetivo mundial relativo a la adaptación y se contribuyó a la consecución del nuevo objetivo colectivo cuantificado. No se consiguieron limar las asperezas existentes para ultimar los elementos técnicos sobre los mecanismos de mercado, por lo que esas negociaciones seguirán su curso más adelante. Las pruebas decisivas para los resultados de esta COP serán, por un lado, el grado de armonización de la siguiente ronda de compromisos relativos al clima (CDN o contribuciones determinadas a nivel nacional) con los objetivos del Acuerdo de París y la aplicación de esos compromisos sin dejar de garantizar que haya financiación climática disponible para la transición y, por el otro, en un sentido más general, que los flujos financieros estén alineados con los objetivos climáticos.
Análisis
1. Introducción
Desde la aprobación del Acuerdo de París en 2015, y junto a unos niveles interanuales de récord para las emisiones de gases de efecto invernadero –con la salvedad del periodo de pandemia–, el mundo ha seguido experimentando unas repercusiones climáticas cada vez más drásticas. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM, 2023), 2023 fue el año más caluroso del que existe registro, con temperaturas en superficie 1,4°C (+/-0,12°C) más altas que en el periodo comprendido entre 1850 y 1900, y temperaturas oceánicas por encima de las observadas en los últimos 65 años. El año 2023 también se caracterizó por una avalancha de fenómenos climáticos extremos que suscitaron una creciente inquietud en torno a la seguridad alimentaria y las migraciones, un hecho socialmente contingente con múltiples causas que podría verse agravado por el cambio climático.
A pesar del consenso científico sobre la urgencia de la acción por el clima,[1] el año pasado estuvo repleto, una vez más, de un sinfín de escollos para impulsar la acción climática, con un contexto de escalada de las tensiones geopolíticas y lentitud de la recuperación económica frente a los niveles anteriores a la pandemia (FMI, 2023). Tanto el informe de síntesis de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) como el Informe sobre la Brecha de Emisiones (PNUMA, 2023) reiteraron que la acción por el clima resulta insuficiente a todas luces para alcanzar los objetivos climáticos y cada vez hay menos tiempo para enderezar el rumbo si pretendemos evitar las peores consecuencias del cambio climático. La Iniciativa de Política Climática (CPI, por sus siglas en inglés) considera que la financiación climática anual necesaria en el contexto del Acuerdo de París a nivel mundial podría ascender a nueve billones de dólares en 2030 conforme a su supuesto intermedio (rango entre 5,9 y 12 billones), y a 10 billones de 2031 a 2050 en ese mismo supuesto (rango entre 9,4 y 12,2 billones), cuando en 2021-2022 la cifra fue de 1,3 billones. A todo este contexto hay que sumarle la complejidad intrínseca de las negociaciones internacionales sobre el clima.
Lo que queda de artículo se estructura de la siguiente manera. En la segunda sección se analizan los resultados del balance mundial. En la tercera sección se comentan los grandes avances de la creación de la Red de Santiago y el fondo de pérdidas y daños. En la cuarta sección se profundiza en el marco para el objetivo mundial relativo a la adaptación y en el trabajo pendiente en torno a los indicadores de adaptación. En la quinta sección se reflexiona sobre los escasos avances en cuanto a financiación internacional para el clima y la falta de confianza subyacente entre los países desarrollados y los países en desarrollo. En la sexta sección se examina el estancamiento de los mecanismos de cooperación internacional derivados del artículo 6 del Acuerdo de París. En la séptima sección se presentan los avances en el ámbito del agua. En la octava sección se destacan otros temas adicionales y emergentes que fueron objeto de debate en la COP28, además de analizar alguna de las iniciativas presentadas en el marco de la Agenda Mundial de Acción por el Clima (GCAA). En la novena sección se presenta un resumen de los diálogos y los programas de trabajo que tendrán lugar de cara a la COP29. En la última sección se exponen las conclusiones principales.
2. Balance mundial: la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles
El artículo 14 del Acuerdo de París y la Decisión 19/CMA.1 conminan a las Partes a evaluar periódica y colectivamente sus avances en pos de los objetivos delineados en el artículo 2 por lo que respecta a la mitigación, la adaptación y los medios de ejecución[2] a partir de 2023 y, en lo sucesivo, cada cinco años.
Estaba previsto que el primer balance mundial concluyese durante la COP28 con una decisión o una declaración política. De hecho, el texto del balance mundial se acordó el 13 de diciembre[3] e incluía varias palancas clave para la consecución del objetivo de cero emisiones netas, si bien la formulación empleada fue, en líneas generales y como cabía esperar, relativamente laxa. Entre los elementos novedosos estaba un llamamiento a las Partes para contribuir al objetivo de triplicar el uso de las renovables y duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética para 2030.[4] Asimismo, el balance mundial insta a las Partes a comprometerse a reducir las emisiones de toda la economía en su conjunto. También incluye una referencia sectorial a la necesidad de descarbonizar el transporte. En particular, del balance mundial se desprende el mensaje inequívoco de “dejar atrás” los combustibles fósiles y acelerar los esfuerzos por conseguirlo en esta década para contar con un sistema energético libre en su mayoría de este tipo de combustible para mediados de siglo, en consonancia con la ciencia y de un modo ordenado y equitativo, reconociendo además la necesidad de alcanzar un pico de emisiones en 2025. Una formulación más imperativa sobre la “reducción progresiva” de todos los combustibles fósiles no habría resultado aceptable para, entre otros, el Grupo Africano de Negociadores, el Grupo Árabe, Australia y el G77+China, a pesar del pleno respaldo a la reducción como formulación por parte de la Coalición de Gran Ambición. El acuerdo se hizo eco también del llamamiento de Sharm el-Sheikh para eliminar las subvenciones “ineficientes” a los combustibles fósiles que no vayan dirigidas a atajar la pobreza energética ni favorecer las transiciones justas, sin una fecha concreta para llevarlo a cabo.
No obstante, el párrafo 28 de la decisión del balance mundial, que se reproduce a continuación en el Recuadro 1, incluye una flexibilidad y unos matices considerables, hasta el punto de que algunos observadores afirman que el texto acordado no constituye un avance de verdad que señale el camino hacia la “transición para dejar atrás los combustibles fósiles”, sino más bien un ejercicio de negociación para presentar las tendencias de transición preexistentes que ya aparecen integradas en la visión de futuro y en los planes estratégicos de los principales países contaminantes, entre ellos los EAU. El papel de los combustibles de transición recogido en el párrafo 29 es poco específico y carece de vinculación directa con, por ejemplo, las vías actualizadas para lograr el nivel neto de cero emisiones presentadas por la Agencia Internacional de la Energía (AIE, 2023), según las cuales, aparte de los proyectos ya planificados a fecha de 2021, no se debe aprobar el desarrollo de nuevos yacimientos de gas y petróleo, nuevas minas de carbón, ampliaciones de minas ni centrales de carbón sin explotar.[5]
Recuadro 1. Párrafo 28 del resultado del balance mundial
28. Reconoce además la necesidad de que se reduzcan de forma acusada, rápida y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero de conformidad con las trayectorias que limitan el calentamiento a 1,5°C, y pide a las Partes que contribuyan a los siguientes esfuerzos mundiales, del modo que determinen a nivel nacional, teniendo en cuenta el Acuerdo de París y sus diferentes circunstancias, trayectorias y enfoques nacionales: a) triplicar la capacidad mundial en energías renovables y duplicar la tasa media anual de mejora de la eficiencia energética a nivel mundial de aquí a 2030; b) acelerar los esfuerzos dirigidos a reducir gradualmente la producción de energía a partir del carbón sin medidas de mitigación; c) acelerar los esfuerzos desplegados a nivel mundial para implantar sistemas energéticos con un cero neto en emisiones, utilizando combustibles de emisión cero o de bajas emisiones, para mediados de siglo o mucho antes de esa fecha; d) llevar a cabo una transición que deje atrás los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de forma justa, ordenada y equitativa, acelerando la acción en esta década crucial, con el fin de lograr el cero neto en emisiones de aquí a 2050, de conformidad con la ciencia; e) acelerar el despliegue de tecnologías de emisión cero o de bajas emisiones de carbono, incluidas, entre otras, las energías renovables, la energía nuclear, las tecnologías de reducción y eliminación, como la captura, utilización y almacenamiento de carbono, especialmente en los sectores en los que resulte difícil reducir las emisiones, y la producción de hidrógeno con bajas emisiones de carbono; f) acelerar e incrementar sustancialmente la reducción de las emisiones de gases distintos del dióxido de carbono a escala mundial, en particular las emisiones de metano, de aquí a 2030; g) acelerar la reducción de las emisiones procedentes del transporte por carretera de diversas formas, en particular mediante el desarrollo de infraestructuras y el rápido despliegue de vehículos de emisión cero o de bajas emisiones; y h) eliminar progresivamente, lo antes posible, las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles que no estén dirigidas a reducir la pobreza energética ni a favorecer las transiciones justas. |
Asimismo, el balance mundial pide que se refuercen las CDN en 2030. A corto plazo, se insta a las Partes a proponer objetivos ambiciosos de reducción de emisiones para todo tipo de sectores, categorías y gases de efecto invernadero. Estos objetivos deben ajustarse al límite del 1,5°C y quedar incorporados para principios de 2025 en la próxima ronda de CDN, las cuales deberían basarse en las conclusiones del balance mundial. En la siguiente ronda de CDN, tanto los países desarrollados como los países en desarrollo deberán incluir iniciativas de reducción de emisiones para todos los gases de efecto invernadero.
3. Pérdidas y daños: fondo creado, pendiente de su dotación y gobernanza, y plena puesta en marcha de la Red de Santiago[6]
Los riesgos climáticos residuales de sufrir pérdidas y daños son aquellos que persisten incluso después de destinar grandes esfuerzos de mitigación y adaptación (IPCC, 2022, 2023). Son riesgos que generan pérdidas y daños de carácter económico y no económico. Tomando como base el artículo 8 del Acuerdo de París, la COP27 auspició un acuerdo histórico para crear un fondo de compensación de pérdidas y daños que se deriven de una capacidad de mitigación insuficiente y de los propios límites de la adaptación. Los países más vulnerables que menos han contribuido al cambio climático llevaban tres décadas esperando con impaciencia la creación de este fondo para hacer frente a las pérdidas y los daños. Para la puesta en marcha de este fondo en la COP28, se creó un “comité de transición” en 2023 que se reunió en cinco ocasiones a lo largo del año. Los debates giraron en torno a la estructura, la gobernanza, las contribuciones, el acceso a los fondos y la recopilación de información y experiencias. He aquí algunos de los elementos más controvertidos para la creación del fondo: (1) su ubicación; (2) sus contribuyentes y destinatarios; (3) su gobernanza; (4) la inclusión de la sociedad civil; (5) el acceso de las entidades locales al fondo; (6) la integración del fondo en la arquitectura internacional de la financiación climática; (7) el tipo de financiación; y 8) las fuentes de esa financiación.
En lo que constituye un hecho diplomático sin precedentes, en la sesión inaugural de la COP28 se logró un acuerdo histórico para la creación del fondo de pérdidas y daños, con una capitalización inicial minuciosamente asegurada de 792 millones de dólares. La UE y sus Estados miembros se comprometieron a aportar más de la mitad de los fondos (410 millones): 100 millones en el caso de Alemania y 20 millones por parte de España. Otros compromisos destacables fueron los de los EAU (100 millones de dólares), el Reino Unido (50 millones) y Estados Unidos (EEUU) (17 millones). No obstante, el total es muy inferior a la cifra estimada de 525 000 millones de dólares en pérdidas y daños (26.250 millones anuales en promedio) que han sufrido en las últimas dos décadas los países más vulnerables ante el cambio climático. Entre los problemas sin resolver en conexión con el fondo están el modo de incrementar los fondos para satisfacer las necesidades de los países más vulnerables y la reposición del fondo a largo plazo, para lo que se presentaron propuestas en la COP28 de aplicación de un impuesto a la aviación.
La puesta en marcha del fondo de pérdidas y daños podría haber sido un escollo insalvable para la COP28, pero la presidencia de los EAU consiguió cerrar un acuerdo el primer día, si bien los países en desarrollo tuvieron que aceptar que el fondo lo albergase de manera temporal el Banco Mundial pese a que, en opinión de estos países, lo que habría ayudado a acelerar la entrada en funcionamiento del fondo habría sido optar por una entidad independiente bajo los auspicios de la CMNUCC. Queda por decidir la ubicación permanente del fondo de pérdidas y daños.
Por lo que respecta a la gobernanza del fondo, las Partes acordaron que contase con una junta de 26 personas, la mayoría de ellas procedentes de países en desarrollo. La junta pondrá nombre al fondo, un aspecto controvertido para un país como EEUU que se refirió al mismo como el “fondo de respuesta a las repercusiones climáticas” e hizo hincapié en que la financiación debía ser voluntaria, lo que deja patente la inquietud estadounidense ante las posibles demandas de responsabilidad por pérdidas y daños achacables a sus emisiones pasadas y actuales.
Además de la creación del fondo de pérdidas y daños, y cinco años después de su anuncio durante la COP25 de Madrid, la Red de Santiago –nacida con la intención de proporcionar asistencia técnica a países en desarrollo que sufran pérdidas y daños– entró en pleno funcionamiento en la COP28. Asimismo, la Secretaría de la CMNUCC elaborará un informe periódico de síntesis sobre pérdidas y daños. En esta COP se constituyó un consorcio entre la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) para albergar su secretaría durante los próximos cinco años.
4. Marco de adaptación creado: objetivos, indicadores y financiación pendiente
En el pasado, las negociaciones sobre el cambio climático se centraron sobre todo en la mitigación. En los últimos tiempos, la CMNUCC ha ido dedicando cada vez más esfuerzos a la adaptación. Según el artículo 2.1.b del Acuerdo de París, existe la necesidad de aumentar la capacidad de adaptación y promover la resiliencia. Además, el artículo 7.1 señala que las Partes deberán determinar un objetivo mundial relativo a la adaptación con el fin de reducir la vulnerabilidad.
Desde 2015, fue creciendo la presión para definir en mayor medida el objetivo mundial relativo a la adaptación, pero hasta 2021 no se le prestó mucha atención en las negociaciones de las Naciones Unidas. En la COP26, que tuvo lugar en Glasgow, se hicieron avances para la puesta en marcha de este objetivo mediante la creación del llamado Programa de trabajo de Glasgow-Sharm el-Sheikh (GlaSS, por sus siglas en inglés), con una duración de dos años. El objetivo del programa fue profundizar en el conocimiento del objetivo mundial relativo a la adaptación y divulgar los principales problemas y oportunidades presentes en el ámbito de la adaptación climática. En las reuniones del programa GlaSS, los países en desarrollo se decantaron más que los desarrollados por definir de un modo más específico los elementos constitutivos de este objetivo. En consecuencia, a sugerencia del G77+China, se hizo un llamamiento para extraer del programa GlaSS un marco para el objetivo mundial relativo a la adaptación con miras a su aprobación durante la COP28, el cual no podría ser muy específico por la disparidad de opiniones entre las Partes en este ámbito.
La aprobación de un marco para el objetivo mundial relativo a la adaptación en la COP28 serviría para impulsar las iniciativas nacionales, locales y transfronterizas de adaptación mediante la mejora de la planificación y los avances en la ejecución. Además, se esperaba que aportase los medios necesarios para evaluar el progreso colectivo en materia de adaptación y apoyo. Sin embargo, el Acuerdo de París no describe en términos cuantitativos el objetivo para la adaptación, sino que lo plantea como un objetivo programático común. Las dificultades más complejas y acuciantes para la implantación del objetivo mundial relativo a la adaptación son la definición de objetivos y parámetros pertinentes a nivel mundial para evaluar los avances y la determinación de una hoja de ruta clara para su ejecución con la vista puesta en el segundo balance mundial.
En la misma línea de los escasos avances del pasado, los resultados de las negociaciones sobre adaptación en la COP28 fueron decepcionantes. Cada vez es más acuciante la necesidad de impulsar una adaptación y una resiliencia transformadoras, mientras que la adaptación actual suele ser gradual y fragmentaria. No hay ni indicadores, ni sistemas de seguimiento ni compromisos firmes y el 60% de los países que cuentan con planes nacionales de adaptación no están haciendo una evaluación de su ejecución a fecha de 2021. Dentro del texto aprobado para el objetivo mundial relativo a la adaptación, cabe destacar los siguientes elementos clave:
- La finalidad del marco para el objetivo mundial relativo a la adaptación (llamado Marco de los EAU para la Resiliencia Climática Mundial) es guiar los avances hacia la consecución del objetivo y ayudar a revisar el progreso alcanzado para reducir las repercusiones, los riesgos y las vulnerabilidades que se derivan del cambio climático, así como mejorar las acciones correspondientes y respaldar la adaptación. A título informal, se conoce a este marco como la estrella guía.
- El objetivo mundial incorpora enfoques transformadores e incrementales para la adaptación, teniendo en cuenta las pruebas científicas y los conocimientos locales y de pueblos indígenas.
- En la decisión sobre la adaptación, se delimitaron siete prioridades sectoriales (véase más adelante el Recuadro 2), pero no se determinaron objetivos cuantitativos. La COP28 instó a las Partes a reducir las consecuencias climáticas y mejorar la resiliencia en cuanto al agua, la alimentación, la salud, los ecosistemas, las infraestructuras, la erradicación de la pobreza y el patrimonio cultural.
- Además, se pidió que se definieran objetivos de índole más operativa. Por ejemplo, fijar objetivos para 2030 relacionados con las distintas fases del ciclo normativo de adaptación: todas las Partes deben contar con planes de adaptación basados en el análisis de las consecuencias, la vulnerabilidad y el riesgo; y todas las Partes dispondrán de planes nacionales de adaptación (PNAD) y conseguirán avances sustanciales en su implantación y en el desarrollo de un sistema de seguimiento, evaluación y aprendizaje. Además, para 2027, las Partes deberán haberse dotado de sistemas de alerta temprana, sistemas de información climática y las capacidades correspondientes de observación.
- Los objetivos mencionados los implantan los países con carácter voluntario y de conformidad con las circunstancias nacionales.
- El marco de adaptación reconoce el importante papel de los grupos de interés que no son Partes[7] para la consecución del objetivo mundial.
- El marco de adaptación reconoce también la importancia de los medios de ejecución. Por lo que respecta a la financiación de la adaptación, el marco expresa su inquietud sobre el déficit correspondiente y urge a los países desarrollados a, como mínimo, duplicar su aportación colectiva a la financiación para la adaptación de los países en desarrollo.
- Asimismo, los futuros balances mundiales incorporarán información sobre el grado de cumplimiento de los objetivos relativos a la adaptación, sobre la base de un informe de síntesis elaborado periódicamente por la Secretaría de la CMNUCC.
Recuadro 2. La decisión del objetivo mundial relativo a la adaptación
El objetivo mundial determina siete prioridades sectoriales resumidas en los siguientes objetivos para 2030. Estas son las prioridades de acuerdo con el artículo 9: Reducir de un modo considerable la escasez de agua por motivos climáticos. Aumentar la resiliencia ante los peligros relacionados con el agua. Promover un suministro de agua y un saneamiento resilientes al clima. Facilitar el acceso a agua potable segura y asequible para todo el mundo. Conseguir una producción agrícola, una oferta y una distribución de alimentos resilientes al clima, así como incrementar la producción sostenible y regeneradora y el acceso equitativo a una alimentación y una nutrición adecuadas para todo el mundo. Lograr una resiliencia frente a las repercusiones para la salud relacionadas con el cambio climático, promover servicios sanitarios resilientes al clima y reducir de un modo considerable la morbilidad y la mortalidad relacionadas con el clima, en particular en el seno de las comunidades más vulnerables. Reducir las consecuencias climáticas para los ecosistemas y la biodiversidad y acelerar el uso de la adaptación de base natural y las soluciones basadas en la naturaleza que incluyan su gestión, mejora, restauración y conservación junto a la protección de ecosistemas terrestres de aguas interiores, de montaña, marinos y costeros. Aumentar la resiliencia de las infraestructuras y los asentamientos humanos ante las repercusiones del cambio climático para garantizar la continuidad de los servicios esenciales para todo el mundo, además de reducir al mínimo las consecuencias climáticas para las infraestructuras y los asentamientos humanos. Reducir de un modo sustancial los efectos adversos del cambio climático para los medios de vida y la erradicación de la pobreza, en particular mediante la promoción del uso de medidas adaptativas de protección social para la población. Proteger el patrimonio cultural frente a las consecuencias derivadas del clima mediante la elaboración de estrategias adaptativas para preservar el patrimonio, las prácticas y los enclaves culturales y el diseño de infraestructuras resistentes al clima con los conocimientos tradicionales, los conocimientos de pueblos indígenas y los sistemas de conocimiento locales como guía. |
Los países africanos y latinoamericanos se mostraron especialmente decepcionados por los resultados en materia de adaptación. Esperaban más detalles sobre financiación, objetivos y transferencia de tecnología, pero la formulación empleada durante las negociaciones del objetivo mundial relativo a la adaptación fue muy laxa, sin el nivel de detalle necesario para que se pueda llevar a cabo un seguimiento adecuado. Las consecuencias climáticas transfronterizas también se tendrán que seguir debatiendo en la COP29. No existe un punto en el programa para continuar hablando de adaptación, pero existe un programa de trabajo de dos años (el programa de trabajo EAU-Belém) que ayudará a definir los indicadores en materia de adaptación. La Secretaría de la CMNUCC elaborará un informe de síntesis sobre adaptación que será similar a los informes que se publican en la actualidad sobre las contribuciones determinadas a nivel nacional y las estrategias a largo plazo.
5. Financiación internacional de la lucha contra el cambio climático
Según la presidencia de los EAU, la COP28 consiguió movilizar 85 000 millones de USD en financiación climática, entre ellos los 3500 millones aportados por el Fondo Verde para el Clima. Además, en la COP se presentó ALTÉRRA, un instrumento de inversión privada liderado por el presidente de la COP, el sultán Al-Jaber, con el objetivo declarado de movilizar 250 000 millones de USD y de prestar especial atención a las economías emergentes y los países en desarrollo con mayores dificultades para acceder a la financiación climática.
Por lo que respecta a la financiación climática internacional prometida en el Acuerdo de París, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló en 2023 que el objetivo de movilizar anualmente 100.000 millones de dólares para los países en desarrollo a partir de 2020 no se habría conseguido hasta 2022, con un retraso de dos años. La consecución del objetivo de 100.000 millones de dólares fue puesta en entredicho por Oxfam, organización que afirmó que solamente se había desembolsado una cuarta parte de la financiación para la lucha contra el cambio climático en forma de subvenciones, lo que no hacía sino incrementar la carga de la deuda de los países en desarrollo. El cumplimiento de los compromisos contraídos en materia de financiación internacional para el clima será bienvenido, siempre y cuando se confirme –véanse en la Figura 1 los datos de 2016 a 2021–, pero el retraso ha erosionado la confianza entre los países desarrollados y los países en desarrollo y ha impedido apuntar más alto en las aspiraciones.
Figura 1. Financiación climática proporcionada y movilizada en 2016-2021 (miles de millones de U$)
Además, la demora en el desembolso de la financiación para la lucha contra el cambio climático a los países en desarrollo complica las negociaciones para la creación de un nuevo objetivo colectivo cuantificado en 2024 que pasaría a aplicarse a partir de 2025. Pese a que no se prevé el establecimiento de este nuevo objetivo hasta la COP29, en la COP28 se anticiparon algunos avances en las negociaciones que derivaron en la decisión de organizar un diálogo ministerial de alto nivel y diversos diálogos técnicos a lo largo de 2024.
La recuperación de la confianza entre las Partes dependerá también de si el compromiso actualizado en cuanto a la financiación internacional para la lucha contra el cambio climático responde a las necesidades de los países destinatarios. Para satisfacer esas necesidades, el nuevo objetivo colectivo cuantificado tendría que superar con creces el compromiso existente de 100.000 millones de dólares, en concreto multiplicando hasta por seis la cifra actual. Según los países desarrollados, esa ampliación requeriría expandir la base de donantes a grandes emisores como China y los países del Golfo. Sin embargo, se aprecia cierta reticencia por parte de los países en desarrollo a ampliar la base de donantes porque lo consideran un intento de los países desarrollados de delegar su responsabilidad de aportar financiación para la lucha contra el cambio climático. En la COP28, el texto final sobre la financiación climática a largo plazo conmina a los países desarrollados a cumplir el objetivo de los 100.000 millones de dólares anuales “con urgencia y hasta 2025”. Durante la COP28, surgieron debates sobre la necesidad de movilizar fondos procedentes de otras fuentes como, por ejemplo, impuestos a la aviación y el sector marítimo.
La decisión del balance mundial puso de relieve la urgencia que reviste movilizar fuentes de financiación innovadoras al pedir “a los bancos multilaterales de desarrollo y a otras instituciones financieras que sigan aumentando sus inversiones en acción climática”, además de destacar “el papel de los Gobiernos, los bancos centrales, los bancos comerciales, los inversionistas institucionales y otros actores financieros” para “asegurar o mejorar” el acceso a esta financiación.
Con el fin de impulsar una mayor implicación de las instituciones financieras internacionales en la financiación mundial de la lucha contra el cambio climático, el Grupo Independiente de Alto Nivel de Expertos en Financiación para el Clima presentó un informe durante la COP28 en el que se hacía hincapié en la necesidad de reformar la arquitectura financiera mundial antes de 2030 con la participación activa de los principales grupos de interés –países, sector privado, bancos multilaterales de desarrollo, donantes y asociaciones benéficas privadas–. Algunas de las ideas propuestas en el informe se repitieron en la Declaración de Dirigentes en los EAU sobre un Marco de Financiación Climática Mundial, entre ellas ampliar las fuentes de financiación en condiciones ventajosas, explorar mecanismos de tributación y fijación de precios para las emisiones y reforzar los bancos multilaterales de desarrollo. Esta inclusión se vio como un intento de agrupar varias iniciativas destinadas a catalizar una reforma financiera integral, como por ejemplo la Iniciativa Bridgetown de Barbados, la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial y la Declaración de Nairobi resultante de la primera Cumbre Africana sobre el Clima.
La financiación para la adaptación se debatió también en la COP28 junto al objetivo de duplicar las cifras de 2019 antes de 2025. Además del compromiso acordado en torno a esta duplicación, se reconoció la necesidad de ampliar de un modo considerable la financiación con fines de adaptación. La edición de 2023 del Informe sobre la Brecha de Adaptación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calculó que las carencias en materia de financiación para la adaptación se mueven entre los 194.000 y los 366.000 millones de dólares (cabe recordar que, según el informe de la OCDE, esta financiación apenas ascendió a 24.600 millones en 2021). En la COP29 se espera que se celebre un diálogo ministerial sobre la financiación para la adaptación.
Durante la COP28 se reiteró la necesidad de que todos los flujos financieros se ajusten a los objetivos del Acuerdo de París, tal y como se establece en su artículo 2.1.c. El diálogo técnico de 2023 sobre la armonización de los flujos financieros y los objetivos climáticos seguirá adelante en 2024. Cabe prever que la financiación para el clima será uno de los puntos más importantes que se abordarán en 2024 (junto a la transición justa), habida cuenta de las necesidades considerables de los países en desarrollo para llevar a la práctica sus CDN. El primer informe sobre la determinación de las necesidades de los países en desarrollo que son Partes estima que estas necesidades llegarán a ser de entre 5,8 y 5,9 billones de dólares para 2030.
6. Mercados de carbono y cooperación voluntaria
El artículo 6 del Acuerdo de París es el que rige y establece las normas para la cooperación internacional a través de los mecanismos de mercado y enfoques no basados en el mercado. Cuatro quintas partes de los países han manifestado su voluntad de recurrir a mecanismos de mercado para cumplir con sus CDN. En la COP28 se iban a seguir negociando varios elementos técnicos relacionados con el artículo 6 que habían quedado pendientes en años anteriores, pero, a pesar de estas negociaciones en curso, no se aprobó ninguna decisión en la conferencia sobre estas cuestiones.
En particular, en la COP28 no se adoptó ninguna decisión consensuada sobre el artículo 6.2[8] debido a los desacuerdos en torno al proceso y sus controles entre EEUU, a favor de relajar las normas, y la UE y Asociación Independiente de Latinoamérica y el Caribe (AILAC),[9] que abogaron por una supervisión más estricta. Además, los debates sobre los procesos de autorización, con la posible revocación de las autorizaciones tras la transmisión de los resultados de mitigación de transferencia internacional, suscitaron inquietud por el riesgo de doble contabilización de las reducciones de emisiones.[10] En la COP28 se pretendió aportar claridad sobre algunos elementos técnicos, entre ellos: (1) un formato electrónico para la presentación de informes –la aprobación de las tablas informativas normalizadas sobre enfoques cooperativos está prevista para noviembre de 2024–; (2) la interconexión entre los registros nacionales creados en virtud del artículo 6.2 y el mecanismo de registro que figura en el artículo 6.4; y (3) las orientaciones sobre la aplicación de enfoques de cooperación entre CDN para evitar la doble contabilización. En la reunión entre periodos de sesiones que se celebrará en Bonn en 2024 se seguirá trabajando en puntos fundamentales como las directrices sobre la designación de la información como “confidencial”.
Además, los países tampoco lograron alcanzar un acuerdo en torno al artículo 6.4[11] del Acuerdo de París, lo que significa que las negociaciones seguirán adelante. En la COP28 se tuvieron en cuenta las recomendaciones orientativas sobre metodologías y absorciones de gases de efecto invernadero derivadas del mecanismo del artículo 6.4, pero no se tomó ninguna decisión formal al respecto. Los debates sobre principios configuradores de las metodologías de evaluación como las líneas de base y las pruebas de adicionalidad también estuvieron plagados de dificultades.
La presidencia de la COP acordó los detalles de la ejecución del programa de trabajo del artículo 6.8, que se prolongará desde el final de la COP28 hasta las reuniones de Bonn en junio de 2024, y está prevista la creación de una plataforma en línea para intercambiar información sobre los enfoques no basados en el mercado.
7. Resiliencia hídrica
El agua desempeña una función capital en la adaptación al cambio climático. Desde el año 2000, casi tres cuartas partes de todas las catástrofes naturales a nivel mundial han partido de peligros relacionados con el agua. El cambio climático distorsiona cada vez más los patrones de precipitación en todo el mundo, por lo que el IPCC calcula que un calentamiento de 2°C podría exponer a hasta 3.000 millones de personas a una creciente escasez de agua. Sin embargo, los negociadores internacionales sobre el clima no incluyeron el agua en el texto de las decisiones hasta la COP27, instando a los países a incorporar ese elemento a sus iniciativas de adaptación climática.
La presidencia de la COP28 debía dar una mayor relevancia al agua en la agenda climática otorgando prioridad a tres ámbitos fundamentales: resiliencia de los sistemas alimentarios, conservación y restauración de ecosistemas de agua dulce y resiliencia hídrica urbana. Este compromiso quedó patente al dedicar un día completo de conferencias a debatir en profundidad sobre alimentación, agua y agricultura, con la inclusión de un diálogo ministerial de alto nivel. Además, los EAU forjaron una alianza con los Países Bajos y Tayikistán, los coanfitriones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2023, quienes actuaron de “paladines del agua” en la COP28.
El Día de la Alimentación, la Agricultura y el Agua en la COP28 fue escenario de numerosos compromisos normativos destinados a fortalecer la seguridad hídrica. Por ejemplo, durante el diálogo ministerial sobre la construcción de sistemas alimentarios con resiliencia hídrica, los EAU y Brasil propiciaron una alianza de dos años para ayudar a las Partes a integrar los aspectos relativos al agua y la alimentación en sus estrategias climáticas nacionales. Además, más de 30 países nuevos se sumaron al Desafío del Agua Dulce, una iniciativa puesta en marcha en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2023 para restaurar 300.000 kilómetros de ríos y 350 millones de hectáreas de humedales para 2030.
Al término de la COP28, 159 países que abarcan casi el 80% del planeta habían respaldado la Declaración de los EAU sobre agricultura sostenible, sistemas alimentarios resilientes y acción por el clima, con el compromiso de integrar la alimentación y los sistemas alimentarios en sus CDN para 2025 y de presentar avances tangibles en la COP29 y la COP30. Entre los países firmantes se cuentan algunas de los países con más emisiones y con un mayor protagonismo en el sistema alimentario, como son Argentina, Brasil, China, EEUU, Rusia, Turquía, Ucrania y la UE. Además, la Alianza Internacional para la Resiliencia ante la Sequía (IDRA), introducida en la COP27 por iniciativa de España y Senegal, se amplió durante la COP28, lo que deja patente el compromiso compartido de fortalecer la preparación previa a nivel mundial para afrontar sequías intensas.
8. Salud, biodiversidad, agricultura, alimentación, juventud, género y la Agenda Mundial de Acción por el Clima en la COP28
Se preveía que en la COP28 se presentarían numerosas iniciativas adicionales. En particular, se esperaba que el nexo entre salud y clima ganara protagonismo con la Declaración de la COP28 sobre el Clima y la Salud elaborada junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, en la COP28 se presentó también la agenda sobre sistemas alimentarios y agricultura en vista de la contribución del sector a las emisiones mundiales (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO calcula que se trata de poco menos de la tercera parte[12] de las emisiones antropogénicas) y de la magnitud de las necesidades en materia de mitigación y adaptación de los sistemas alimentarios.
El acercamiento entre las agendas de la biodiversidad y el cambio climático fue notable durante las dos semanas de negociaciones, en la misma línea del Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica. En lo que fue una iniciativa pionera, la presidencia de la COP28 de la CMNUCC y la presidencia de la COP15 del Convenio sobre la Diversidad Biológica emitieron una Declaración conjunta sobre el clima, la naturaleza y el ser humano en la que se reconoce que hace falta actuar con urgencia para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y los del Marco Kunming-Montreal. Esta declaración afianza el compromiso a través de objetivos compartidos como la armonización de las CDN y los PNAD con las estrategias y los planes de acción nacionales en materia de biodiversidad[13] de cara a la COP30 de la CMNUCC y a la COP16 del CBD. La declaración conjunta aboga por un enfoque integral que abarque a toda la sociedad para llevar a cabo la planificación y ejecución de las iniciativas relativas al clima, la biodiversidad y el manejo del suelo. Al mismo tiempo, fomenta la coherencia y la interoperabilidad en la recopilación de datos, los métodos y los marcos de presentación de información entre los sectores incluidos en el ámbito de estas iniciativas.
Otros dos temas importantes tratados en la Cumbre fueron la juventud y el género. La COP28 contó con la mayor iniciativa hasta la fecha para implicar a los jóvenes en el proceso de la CMNUCC. Inspirándose en el papel del “enviado juvenil” de la COP27, en la COP28 se creó la función del defensor climático juvenil y tuvo lugar el lanzamiento oficial del “balance juvenil”, el primer análisis exhaustivo de la participación de los jóvenes en el proceso de la CMNUCC. Se introdujo también el Programa de delegados climáticos juveniles de la COP28 para impulsar la participación y la representación de la juventud. Asimismo, se entablará un diálogo de especialistas para examinar las repercusiones del cambio climático para los jóvenes y las posibles vías para abordarlas. Por lo que respecta al género, en 2024 se revisará el Plan de Acción en materia de Género con la vista puesta en los avances, las dificultades, las brechas y las prioridades para ejecutar el plan.
La interacción continua entre las partes y los grupos de interés que no son Parte resulta fundamental para lograr el objetivo de 1,5°C, si bien habrá que desarrollar plenamente el seguimiento y la recopilación de datos sobre los compromisos voluntarios para evitar el blanqueo ecológico. Aquí también, de la COP28 surgieron numerosos compromisos y declaraciones sectoriales. Algunas de estas iniciativas de la Agenda Mundial de Acción por el Clima aparecen resumidas en la Figura 2.
Figura 2. Resumen de la Agenda Mundial de Acción por el Clima en la COP28
Pilar | Iniciativa | Descripción |
---|---|---|
1) Acelerar una transición energética justa, ordenada y equitativa | Compromiso Mundial sobre Energías Renovables y Eficiencia Energética | Los firmantes destinan esfuerzos a triplicar el uso de renovables (hasta 11 TW) y a duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética (del 2% al 4%) para 2030. |
Compromiso Mundial por la Refrigeración | Los firmantes pretenden reducir las emisiones derivadas de la refrigeración en todos los sectores en un 68% como mínimo a nivel mundial para 2050 frente a los niveles de 2022. | |
Carta de Descarbonización del Gas y el Petróleo | Los firmantes se comprometen a alinearse en torno a las cero emisiones netas para 2050, con cero quemas rutinarias para 2030 y casi el cero neto en las emisiones de metano. En la actualidad, ya han firmado la Carta 50 las empresas (representan más del 40% de la producción petrolífera mundial). | |
Declaración para triplicar la energía nuclear | Los firmantes se esfuerzan por triplicar la capacidad energética nuclear en todo el mundo para 2050, invitando a los grupos de interés de las instituciones financieras internacionales a promover la adopción de políticas de préstamo favorables a la energía nuclear. | |
2) Reparación de la financiación para el clima | Declaración sobre un Marco de Financiación Climática Mundial | Los firmantes buscan liberar el potencial de inversión de la financiación para el clima participando en iniciativas conjuntas, garantizando la inclusividad y obteniendo resultados a escala. |
Declaración conjunta y grupo de trabajo sobre la mejora crediticia de la financiación soberana para la naturaleza y el clima vinculada a la sostenibilidad | Los bancos multilaterales de desarrollo y las organizaciones internacionales han firmado la declaración y han puesto en marcha un grupo de trabajo internacional para responder a las necesidades de los países en desarrollo para superar las dificultades en cuanto al clima, la naturaleza y la deuda. | |
3) Los seres humanos, sus vidas y sus medios de vida como elementos centrales | Declaración de la COP28 de los EAU sobre Clima y Salud | Los firmantes se esforzarán por alcanzar la resiliencia climática y abordarán su interacción con los sistemas de salud. |
Declaración de los EAU sobre agricultura sostenible, sistemas alimentarios resilientes y acción por el clima | Los firmantes redoblan sus esfuerzos para impulsar la resiliencia y la adaptación con el fin de reducir la vulnerabilidad de agricultores y productores de alimentos y, por lo tanto, mejorar la seguridad alimentaria. Los grupos de interés que no son Parte convocaron a más de 200 organizaciones que firmaron un llamamiento a la acción para transformar los sistemas alimentarios en favor del ser humano, la naturaleza y el clima. | |
4) Plena inclusividad | Defensor climático juvenil y resultado del balance mundial juvenil | La presidencia formalizó la figura del “defensor climático juvenil”, garantizando así la participación de los jóvenes y otros grupos marginalizados en el proceso de la CMNUCC. Además, la COP28 y YOUNGO –la red mundial de activistas juveniles por el clima– introdujeron el “balance mundial juvenil”, un examen a conciencia de la participación juvenil en la diplomacia sobre el clima. |
Asociación de la COP28 para la transición justa y la acción por el clima con perspectiva de género | Los firmantes promueven transiciones justas con inclusión de la perspectiva de género y se ajustan a los objetivos de la versión actualizada del programa de trabajo de Lima y su Plan de Acción en materia de Género. Se comprometen a volver a reunirse durante la COP32 para entablar un diálogo basado en el intercambio de los avances logrados. |
9. De cara al futuro
Son muchas las cuestiones que han quedado sin resolver antes de la COP29 que se celebrará en Azerbaiyán. A continuación, se enumeran algunas de las iniciativas, los diálogos y los avances incluidos en los programas de trabajo vigentes en 2024 y en años sucesivos:
- El diálogo sobre el primer balance mundial anual tendrá lugar en la siguiente reunión de la CMNUCC en junio de 2024. Los países intercambiarán sus propias experiencias con el uso del resultado del balance mundial como fundamento para sus próximas CDN.
- La decisión sobre el Marco de los EAU para la Resiliencia Climática Mundial (también conocido como el marco para el objetivo mundial relativo a la adaptación) incluye un programa de dos años (el programa de trabajo EAU-Belém) para seguir reforzando los indicadores en materia de adaptación.
- El Programa de Trabajo sobre Transición Justa. Se convocarán al menos dos diálogos antes de la COP29. El programa incluyó la mitigación, la adaptación y los derechos de los trabajadores (estos últimos a petición de la UE).
- El Programa de Trabajo sobre Mitigación organizará dos diálogos mundiales en 2024.
- Las presidencias de la COP28 y la COP29 designarán a los primeros defensores climáticos juveniles de manera oficial.
- En 2024 se celebrarán un diálogo ministerial de alto nivel y varios diálogos técnicos en relación con el nuevo objetivo colectivo cuantificado.
- El diálogo técnico sobre la armonización de los flujos financieros y los objetivos climáticos seguirá adelante en 2024.
Conclusiones
El camino hacia la COP29 y perspectivas ulteriores
La COP28, el mayor encuentro internacional sobre el clima hasta la fecha, aprobó durante su sesión plenaria inaugural la creación del fondo para hacer frente a pérdidas y daños. Fue la primera vez en la historia de las negociaciones sobre el clima que se acordó uno de los grandes puntos del programa al inicio mismo de la Conferencia de las Partes en la CMNUCC, una gesta diplomática que ayudó a impulsar desde el principio las negociaciones en Dubái. Con la COP28 concluyó también el primer balance mundial y se presentó su decisión correspondiente derivada de la COP. Una decisión que acogió con beneplácito que el sexto informe de evaluación del IPCC insistiera en la necesidad de reducir las emisiones en un 43% para 2030 frente a los niveles de 2019 y de que las emisiones toquen techo a nivel mundial antes de 2025. Lo más relevante de la decisión del balance mundial es que instaba a las Partes a triplicar el uso de las renovables y a duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética. A pesar de los esfuerzos de la UE por incluir la formulación de la “eliminación progresiva” de los combustibles fósiles “intactos”, las Partes optaron por una formulación más flexible sobre la “transición para dejar atrás” estos combustibles, lo que en cualquier caso fue aclamado como un gran avance y una muestra clara del compromiso con un modelo de desarrollo descarbonizado que servirá de guía a gobiernos, bancos y consejos de administración. El texto incluyó también una formulación más robusta sobre los gases diferentes al dióxido de carbono, así como el llamamiento previo (COP27) a eliminar las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles que no sirvan para reducir la pobreza energética o impulsar una transición justa.
Otro resultado importante de la COP28 fue la adopción de un marco para el objetivo mundial relativo a la adaptación (conocido como el Marco de los EAU para la Resiliencia Climática Mundial), a falta del trabajo pendiente en torno a los indicadores. Los detalles técnicos para garantizar la integridad medioambiental en la cooperación internacional a través del uso de mecanismos de mercado volvieron a ser un nudo gordiano en las negociaciones, por lo que se aplazó su abordaje a futuras conversaciones sobre el clima. También se habló de la financiación internacional para el clima ya desembolsada, la necesidad de incrementar el compromiso de 100.000 millones de dólares y, en líneas más generales, del objetivo de armonizar los flujos financieros con los objetivos climáticos, si bien sin expectativas de llegar a una resolución durante la COP28. Otros temas que surgieron en Dubái y que, con toda probabilidad, se seguirán debatiendo en futuras COP, son, entre otros, el agua, la biodiversidad, los ecosistemas, la naturaleza y los sistemas alimentarios.
Los grupos de interés que no son Partes continúan implicándose activamente en la acción por el clima a nivel mundial, como puso de manifiesto el Anuario 2023 de la Acción Mundial por el Clima. De la COP28 surgieron numerosas iniciativas sobre descarbonización, financiación para la lucha contra el cambio climático, salud, seguridad alimentaria, igualdad de género y juventud a las que habrá que dar seguimiento para que los compromisos climáticos voluntarios no se conviertan en un “espejismo verde” que no se acabe materializando.
En 2024, está previsto que la OCDE aporte información adicional sobre el grado de cumplimiento del compromiso de 100.000 millones de dólares de financiación internacional para el clima en 2022. Asimismo, en 2024 se decidirá un nuevo objetivo colectivo cuantificado para la lucha contra el cambio climático. En Bakú también se prevé recibir información sobre el compromiso de duplicar la financiación con fines de adaptación de 2019 hasta 2025, así como seguir debatiendo en torno a la armonización de los flujos financieros con los objetivos climáticos. Además, se aplazaron a la COP29 otros temas sin resolver como el replanteamiento de la arquitectura financiera mundial, la mejora de la evaluación y gestión de los riesgos financieros relacionados con el clima y el aprovechamiento de fuentes de financiación innovadoras.
Se evaluarán los avances logrados en la COP28 para la próxima ronda de CDN prevista entre finales de 2024 (cuando tendrá lugar la COP29 en Azerbaiyán) y 2025, con la vista puesta en la COP30 de Brasil. Esta ronda de CDN se presentará en un acto específico organizado por el secretario general de las Naciones Unidas que servirá para que las Partes pongan de relieve su liderazgo en el ámbito climático. En última instancia, el éxito de estos compromisos vendrá determinado por el grado de implantación de posibles acciones y reformas normativas de peso a nivel nacional, así como por el modo en el que se logre garantizar la disponibilidad de los recursos financieros necesarios para su aplicación.
[1] Véase el sexto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), recibido con beneplácito por las Partes en la COP28.
[2] Por “medios de ejecución” se entiende el apoyo financiero, técnico y para la creación de capacidad.
[3] En el marco del conjunto de acuerdos alcanzados en Dubái, conocido como el “consenso de los EAU”.
[4] Llamamiento liderado por la UE y la Presidencia española del Consejo de la UE.
[5] Ahora bien, la actualización de 2023 de la AIE de esta hoja de ruta hacia las cero emisiones netas resalta la necesidad de invertir en los yacimientos existentes de gas y petróleo y en el desarrollo de las instalaciones aprobadas, así como en la necesidad de escalonar la retirada progresiva de los combustibles fósiles y la introducción gradual de las energías renovables para contener los repuntes de precio y garantizar el acceso a la energía.
[6] El objetivo de la Red de Santiago consiste en “poner en contacto a los países en desarrollo vulnerables con proveedores de asistencia técnica, conocimientos y recursos” para que puedan hacer frente a las pérdidas y los daños.
[7] Los agentes no estatales son las organizaciones de la sociedad civil (OSC), los gobiernos subnacionales, el sector privado, etc.
[8] El artículo 6.2 permite el comercio bilateral y multilateral de las reducciones o absorciones de emisiones (los llamados resultados de mitigación de transferencia internacional) entre países. No existe ningún tipo de supervisión de las Naciones Unidas para los créditos del artículo 6.2. La definición de la integridad, las líneas de base y la complementariedad de estos créditos estará en manos de los países, los cuales también podrán clasificar como confidenciales las operaciones bilaterales con la consiguiente limitación de la transparencia y la supervisión.
[9] Hay que señalar que la AILAC es “un grupo de ocho países que comparten intereses y posiciones en materia de cambio climático”: Colombia, Costa Rica, Guatemala (presidencia actual), Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Chile.
[10] Podría ocurrir en caso de que una sola reducción de emisiones la contabilizasen al mismo tiempo el comprador y el vendedor.
[11] Está previsto que el artículo 6.4 dé carta blanca a un mercado mundial de carbono supervisado por las Naciones Unidas. El mercado funcionará de la siguiente manera: los promotores solicitarán que el órgano de supervisión de la ONU registre sus proyectos. El país en el que se aplique el proyecto y este órgano de supervisión darán la luz verde correspondiente. A continuación, se emitirán créditos de carbono respaldados por las Naciones Unidas que podrán ser adquiridos por Partes, empresas y particulares.
[12] Incluidas las emisiones de los siguientes sectores: práctica agrícola, uso del suelo, cultivo, ganadería, consumo doméstico de alimentos y residuos y, por último, la energía empleada en las explotaciones y en el procesado y transporte de los alimentos.
[13] Instrumentos para transformar el CDB en acciones nacionales.