Cómo las minorías están redefiniendo el panorama político en EEUU tras las elecciones de 2024

Cabinas de votación en la Biblioteca Pública de Aitkin, Minnesota (EEUU), durante las elecciones del 5 de noviembre de 2024. Varias cabinas blancas con la palabra "VOTE" y una bandera de Estados Unidos impresas están alineadas sobre mesas, brindando privacidad a los votantes. Algunas personas están sentadas mientras emiten su voto, aunque sus rostros no son visibles. En el fondo, hay máquinas de votación y una señal de salida con una flecha roja en la pared. La sala cuenta con iluminación fluorescente, paredes de color beige y un suelo alfombrado. Minorías
Cabinas de votación en la Biblioteca Pública de Aitkin, Minnesota (EEUU), 5 de noviembre de 2024. Foto: Lorie Shaull (CC BY 2.0)

Tema
Se analiza el efecto del voto de las minorías en las elecciones de noviembre de 2024 en Estados Unidos y hasta qué punto está redefiniendo el panorama político estadounidense.

Resumen
En octubre del 2024, y con vistas a las elecciones estadounidenses, se publicó en el Real Instituto Elcano un análisis sobre las claves para descifrar el voto de las minorías raciales. En esta ocasión, al igual que en el análisis preelectoral, se abordarán las tendencias de voto con una perspectiva de género, destacando cómo las dinámicas demográficas y las preocupaciones clave han influido en los comportamientos electorales de estos sectores de la población de Estados Unidos (EEUU). También se tratará de analizar hasta qué punto su comportamiento puede determinar el rumbo de la democracia estadounidense.

Análisis

1. Introducción

Las elecciones presidenciales de 2024 confirmaron que el futuro político de EEUU no se decidirá en grandes márgenes, sino en los pequeños pero trascendentales cambios en las lealtades de sus comunidades minoritarias. En un contexto de creciente polarización, descontento económico y tensiones culturales, Donald Trump consiguió romper patrones tradicionales de voto en segmentos clave de las minorías afroamericana, latina, asiática y nativa americana. Aunque el apoyo al Partido Demócrata sigue siendo predominante, se observó un leve pero decisivo aumento en el respaldo a los Republicanos, especialmente entre ciertos subgrupos dentro de estas comunidades. Estos deslizamientos, aunque aparentemente marginales, fueron determinantes en estados estratégicos, redefiniendo los mapas electorales y demostrando que el poder de las minorías ya no reside sólo en su peso demográfico, sino en la capacidad de sus subgrupos para inclinar la balanza.

En el análisis preelectoral del voto de las minorías en las elecciones presidenciales de 2024, ya se destacó el papel crucial de las minorías étnicas en un contexto de polarización política y social. Concluidas las elecciones, se observa que los resultados reflejan tanto continuidades como cambios en las tendencias de voto. Si bien el expresidente Donald Trump logró la mayoría del voto popular y replicó en parte el panorama de 2016, hizo avances significativos en la coalición demócrata tradicional, especialmente entre las minorías. En particular, el voto hispano continuó su transición hacia un bipartidismo característico de grupos étnicos inmigrantes en proceso de integración y diversificación. Además, las dos preocupaciones principales de los votantes, la economía y la inmigración, favorecieron ampliamente al Partido Republicano.

Trump logró una victoria personal notable, ganando todos los estados indecisos y obteniendo una mayoría absoluta del voto popular, algo inédito desde su triunfo en 2016. Además, condujo al Partido Republicano hacia una mayoría inesperada en el Senado. En las minorías, avanzó especialmente entre los hombres negros y latinos. En contraste, la estrategia de Kamala Harris, centrada en movilizar a las mujeres a través de los derechos reproductivos, no logró generar un impacto significativo. La participación femenina aumentó sólo marginalmente respecto a 2020, y el apoyo entre las mujeres votantes no superó los niveles registrados por Joe Biden en elecciones previas. Al final, un número reducido de votos bastó para inclinar una elección histórica. En este nuevo terreno político, las minorías han pasado de ser bloques homogéneos de apoyo a convertirse en actores estratégicos cuyo impacto puede determinar el rumbo de la democracia estadounidense.

2. El electorado afroamericano en 2024

El 86% de los afroamericanos votaron por Kamala Harris, mientras que el 13% lo hicieron por Trump. Desglosando por género, el 77% de los hombres afroamericanos apoyaron a Harris, frente al 21% que optaron por Trump, mientras que el 92% de las mujeres afroamericanas votaron por Harris y sólo el 7% por Trump. A pesar de esta disparidad, Trump logró ganar terreno entre los votantes negros, ya que ocho de cada 10 votantes negros apoyaron a Harris, mientras que nueve de cada 10 respaldaron a Biden en 2020. Además, en Pensilvania, el apoyo de los votantes negros a Harris fue más de 20 puntos inferior al de Biden, el peor resultado en el estado para un candidato demócrata en al menos las últimas cinco elecciones presidenciales.

Históricamente, el electorado afroamericano ha sido un sólido bastión del Partido Demócrata y, aunque el apoyo general de los votantes negros no ha variado mucho en 2024, se puede observar un ligero desplazamiento hacia la derecha, especialmente entre los hombres negros. En 2020, el 89% de los hombres negros votaron por Biden, pero en 2024 sólo el 72% lo hicieron por Harris, mientras que un 24% respaldaron a Trump. Trump también consiguió casi duplicar su porcentaje de apoyo entre los jóvenes negros, especialmente entre los hombres menores de 45 años, de los cuales alrededor del 30% votaron por él, el doble que en 2020. Sin embargo, las mujeres negras se mantuvieron firmemente leales a los demócratas, favoreciendo a Harris incluso un poco más que a Biden en 2020 (90% frente al 91%).

De todas formas, el apoyo afroamericano al Partido Demócrata ha ido disminuyendo gradualmente desde las primeras elecciones de Obama en 2008, cuando un 96% de las mujeres afroamericanas y un 95% de los hombres votaron por él. Las preocupaciones clave entre los votantes afroamericanos incluyen el aumento del coste de la vivienda y los gastos cotidianos, que se consideran problemas críticos, junto con la desigualdad racial (58%), la atención sanitaria (55%), la salud de la democracia (50%) y la delincuencia (50%). Si bien la movilización en torno a temas como la justicia social, los derechos civiles y la economía sigue siendo crucial para su participación, se percibió una menor energía y entusiasmo en comparación con elecciones anteriores.

3. El electorado latino en 2024

El electorado latino fue clave en estas elecciones, con un 51% apoyando a Kamala Harris y un 46% a Donald Trump. Los hombres latinos se inclinaron mayoritariamente por Trump, con un 54% de apoyo frente al 44% que respaldó a Harris, mientras que las mujeres latinas se mantuvieron en gran medida demócratas, con un 58% a favor de Harris y un 39% por Trump. La brecha de género fue aún más pronunciada entre los votantes jóvenes latinos: un 48% de los hombres menores de 40 años votaron por Trump, frente al 32% de las mujeres del mismo rango de edad. Además, el respaldo a Trump disminuyó con la edad, pasando del 40% entre hombres latinos de 40-59 años al 37% en los mayores de 60.

Los latinos también desempeñaron un papel clave en la victoria de Trump en varios estados: en Georgia y Carolina del Norte, contribuyeron a recortar los márgenes con Harris. En Arizona, Trump obtuvo un fuerte respaldo entre los latinos, cuyo porcentaje en el electorado aumentó significativamente, pasando de menos de uno de cada cinco en 2020 a más de una cuarta parte en 2024. Además, en Nevada, los latinos y asiático-americanos, que representaban casi una cuarta parte del electorado, favorecieron a Trump, inclinando el estado a su favor.

Al comparar con elecciones previas se observa que, los demócratas solían ganar este grupo con márgenes mucho mayores, como 66/33 o incluso 70/30. Por ejemplo, en 2020, el 65% de los latinos votaron por Biden y el 32% por Trump, mientras que, en 2016, el 65% votaron por Hillary Clinton y el 29% por Trump. Al desglosar por género, en 2020, el 59% de los hombres latinos votaron por Biden y el 36% por Trump, mientras que, entre las mujeres, el 69% eligió a Biden y el 30% a Trump. Por otro lado, en 2016, el 63% de los hombres latinos votaron por Clinton, frente al 32% que optaron por Trump, y el 69% de las mujeres latinas apoyaron a Clinton, mientras que sólo el 25% lo hicieron por Trump. Esto refleja un aumento general de 14 puntos en el apoyo a Trump, destacándose un incremento de 18 puntos en el respaldo entre los hombres latinos de 2020 a 2024.

Las principales preocupaciones de los hombres latinos en 2024 fueron la economía, la inflación, el coste de la vivienda y la atención sanitaria. Aunque muchos consideraban que los demócratas serían más efectivos en estos temas, una parte significativa optó por los republicanos en cuanto a la creación de empleo y la reducción de costes. No obstante, este apoyo es incierto, especialmente entre los jóvenes, de los cuales un 20% votaron por primera vez. A pesar de su inclinación económica hacia Trump, los hombres latinos muestran un fuerte respaldo a políticas progresistas, como el derecho al aborto y una reforma migratoria inclusiva, destacando una desconexión con la agenda republicana en temas sociales y fiscales.

Entre los votantes latinos migrantes, que ya representaban el 25% del electorado latino en 2018, Harris mantuvo una ventaja general (52% a 46%). No obstante, Trump obtuvo ganancias significativas entre los hombres latinos migrantes, superando un déficit de 23 puntos respecto a Biden en 2020. A pesar de los ataques antiinmigrantes, tanto los latinos nacidos en EEUU como los nacidos en el extranjero no perciben ampliamente que Trump los aluda directamente, lo que ha reducido el efecto de su retórica en este grupo. Este fenómeno, combinado con preocupaciones económicas que han superado las cuestiones identitarias, refleja un giro hacia una agenda más conservadora en ciertos subgrupos del electorado latino, permitiendo a Trump ganar terreno en áreas tradicionalmente demócratas.

4. El electorado asiático en 2024

En estas elecciones, el 55% de los estadounidenses de origen asiático ha votado por Kamala Harris, mientras que el 40% apoyó a Donald Trump. Este resultado refleja una disminución en el apoyo a los demócratas en comparación con 2020, cuando Joe Biden obtuvo el 61% del voto asiático-americano frente al 34% que respaldó a Trump. Cuatro años antes, en 2016, Hillary Clinton había conseguido un 65% de apoyo frente al 27% de Trump, lo que evidencia un cambio paulatino en la preferencia electoral de este grupo hacia el Partido Republicano.

Desde 2016, Donald Trump ha incrementado de forma constante su apoyo entre los votantes asiático-americanos, consolidando una ligera pero significativa inclinación hacia la derecha dentro de este grupo demográfico. En las elecciones de 2024, Trump obtuvo cinco puntos más de respaldo a nivel nacional respecto a 2020, logrando incluso la mayoría en Nevada, con un 50% frente al 47% de Harris. Factores como la inflación, la sanidad y la delincuencia, junto con la diversidad política dentro de este grupo, parecen haber influido en este cambio.

Los asiático-americanos, mayoritariamente nacidos en el extranjero (67%), se inclinan hacia los demócratas (42%) pero presentan un porcentaje significativo de independientes (31%), lo que los diferencia del electorado general. De hecho, un 27% reportó no haber sido contactado por partidos políticos, lo que podría explicar su menor conexión con las campañas. En septiembre, el 77% expresó disposición para votar, con un apoyo proyectado para Harris de más del 38%, especialmente entre las mujeres (70% frente al 57% de los hombres).

5. El electorado indoamericano en 2024

Dentro del electorado asiático destacan las personas de origen indio residiendo en EEUU, ya que, con más de 5,2 millones de personas, la comunidad indoamericana se ha consolidado como el segundo grupo inmigrante más grande después de los mexicoamericanos y un actor político cada vez más relevante. Este crecimiento demográfico, junto con el éxito profesional y socioeconómico de la diáspora, ha convertido el voto indoamericano en un factor decisivo en elecciones presidenciales donde los márgenes son estrechos. Sin embargo, los datos preelectorales ya señalaban un cambio importante: aunque la mayoría de los indoamericanos continuaban apoyando al Partido Demócrata, su afinidad con este partido estaba disminuyendo. Sólo el 47% se identificaba como demócrata en 2024, una caída respecto al 56% en 2020, mientras que el apoyo a los republicanos se mantenía estable y los votantes independientes aumentaban.

Un dato revelador fue el surgimiento de una brecha de género marcada en las preferencias electorales: el 67% de las mujeres indoamericanas declaraban su intención de votar por Kamala Harris, frente al 53% de los hombres. Entre los jóvenes menores de 40 años, esta diferencia era aún más pronunciada, con los hombres divididos casi equitativamente entre Harris y Trump. Además, temas como los derechos reproductivos y el aborto destacaron como preocupaciones prioritarias, especialmente entre las mujeres y los votantes demócratas, mientras que la economía, la inflación y el empleo dominaron entre los hombres. Estos indicios preelectorales subrayaron que, en un escenario competitivo, el voto indoamericano podía inclinar la balanza en estados clave.

La elección de 2024 confirmó los indicios preelectorales, mostrando un realineamiento significativo dentro de la comunidad indoamericana. Aunque Kamala Harris parecía tener un camino asegurado para ganar el apoyo de esta comunidad debido a su herencia india, el resultado reveló una disminución en la lealtad hacia los demócratas y un aumento en el apoyo a Donald Trump. Los datos de salida mostraron que el respaldo a Trump creció al 31%, impulsado principalmente por hombres jóvenes nacidos en EEUU, quienes cuestionaron la relevancia de las políticas demócratas para sus prioridades.

Además, la percepción de una desconexión entre la Administración Biden y las preocupaciones prácticas de la comunidad, como la estabilidad económica, la seguridad pública y la educación, agravó esta tendencia. Asimismo, el alineamiento de la Administración con posturas internacionales percibidas como contrarias a los intereses de la India, como el apoyo tácito a grupos separatistas sikhs en Canadá, alienó a votantes indoamericanos con fuertes lazos culturales y familiares con su país de origen.

6. El electorado indígena en 2024

Los votantes nativos americanos mostraron una clara preferencia por Harris (57%) frente a Trump (39%), destacando diferencias significativas según su conexión con la lengua nativa de su tribu. Entre quienes hablan una lengua nativa en casa, el 63% apoyó a Harris, frente al 52% de quienes no la hablan. Aunque ambos partidos buscaron atraer a este grupo, la mitad de los encuestados afirmó no haber tenido contacto con las campañas, lo que representa una oportunidad desaprovechada.

También se observaron diferencias de género importantes: el 63% de las mujeres nativas votaron por Harris, en comparación con el 50% de los hombres. Además, los votantes jóvenes respaldaron a Harris en mayor medida que los mayores de 40 años.

En cuanto a las prioridades, los votantes nativos americanos dividieron su atención entre cuestiones tribales y sociales. La soberanía y los derechos sobre la tierra encabezaron las preocupaciones tribales (59% y 58%, respectivamente), seguidas de la preservación de la cultura y lengua (49%), el desarrollo económico (40%), la historia nativa (31%) y el medio ambiente (30%). Entre las prioridades sociales, la economía destacó con un 31%, seguida por la asequibilidad de la vivienda (29%), respaldada por el 76% de los encuestados que apoyaron medidas como la construcción de tres millones de viviendas y ayudas al pago inicial. Los derechos reproductivos, especialmente entre las mujeres indígenas (30% frente a 17% de los hombres), y el coste de la atención sanitaria (20%) también fueron preocupaciones relevantes. Sin embargo, las campañas electorales no abordaron suficientemente las cuestiones tribales, dejando una brecha significativa en este ámbito.

7. El electorado árabe en 2024

El voto árabe y musulmán en EEUU experimentó un cambio significativo en las recientes elecciones, destacando una ruptura en el apoyo tradicional al Partido Demócrata. Durante más de dos décadas, estas comunidades habían respaldado mayoritariamente a los demócratas, pero esta vez, su comportamiento reflejó una notable fragmentación. Según Robert McCaw, director de asuntos gubernamentales del Consejo de Relaciones Islámico-Americanas (CAIR, por sus siglas en inglés), ésta es la primera vez en 20 años que el voto musulmán se divide de manera notable entre tres candidatos. Este cambio refleja una fragmentación más amplia que también se observó entre los votantes árabes estadounidenses. James Zogby, presidente del Instituto Árabe Americano, señaló que mientras históricamente este grupo había favorecido a los demócratas en una proporción de dos a uno, los datos previos a la elección indicaban una división casi equitativa entre los votantes de Trump y Harris.

En estados clave como Michigan, este cambio fue especialmente visible. Localidades como Dearborn y Hamtramck mostraron un fuerte aumento en el apoyo a Donald Trump. En Dearborn, donde más del 55% de los residentes tienen ascendencia de Oriente Medio, Trump logró un 42% de los votos, un aumento considerable respecto al 30% que obtuvo en las elecciones anteriores. Por el contrario, Harris sólo consiguió el 36%, un desplome significativo frente al 70% que Biden había recibido previamente. Hamtramck, conocida como la primera ciudad de mayoría musulmana en EEUU, mostró una dinámica similar. Trump obtuvo el 43% de los votos, frente al 13% de 2020, mientras que Harris alcanzó apenas el 46%, muy por debajo del 85% logrado por Biden. La candidatura independiente de Stein también captó parte del electorado, con un 9% en Hamtramck y un 18% en Dearborn. Esta pérdida de apoyo en el electorado árabe y musulmán afectó la capacidad de Harris para ganar Michigan, un estado clave con 15 votos electorales.

Factores como el prolongado conflicto en Gaza y la situación crítica en el Líbano han generado un descontento profundo que afectó a diferentes subgrupos dentro de estas comunidades, independientemente de su religión, origen geográfico, género o edad. Este cambio evidencia cómo las preocupaciones internacionales, particularmente relacionadas con Oriente Medio, han tenido un efecto tangible en el electorado árabe y musulmán, que está formado por una población estimada de 3,7 millones de estadounidenses de origen árabe y una cifra similar de musulmanes, llevándolo a reevaluar sus lealtades políticas. En este contexto, Massad Boulos, empresario libanés y consuegro de Donald Trump, desempeñó un papel clave como enlace entre Trump y la comunidad árabe-estadounidense durante el ciclo electoral de 2024. Su misión fue fortalecer el respaldo de este grupo a la campaña presidencial, en un momento marcado por el creciente distanciamiento de muchos de ellos del Partido Demócrata, motivado principalmente por dicho conflicto. Actualmente, Boulos ha sido nombrado asesor principal del presidente para asuntos vinculados a las comunidades árabes y de Oriente Medio.

Conclusiones
Las elecciones de 2024 dejaron una lección contundente: los pequeños deslizamientos en los patrones de voto pueden redefinir el panorama político de una nación profundamente polarizada. El avance de Donald Trump entre hombres negros, jóvenes latinos y votantes asiáticos no sólo cimentó su victoria, sino que también reveló grietas en la tradicional coalición demócrata. Estos movimientos, aunque marginales en términos porcentuales, fueron decisivos en estados clave, subrayando la creciente importancia estratégica de las minorías en el juego político. Factores como la economía, la vivienda y la salud fueron determinantes en las decisiones de los votantes, pero también lo fueron las cuestiones sociales y culturales, especialmente entre los grupos más jóvenes.

Las elecciones de 2024 han revelado un cambio en la composición del electorado republicano, especialmente en la base de apoyo de Donald Trump. Aunque ha logrado avances significativos entre los votantes latinos y, en menor medida, entre los hombres negros, estos avances se deben interpretar con cautela. A pesar de sus comentarios y políticas controvertidas, como los ataques racistas y su falta de condena a declaraciones despectivas hacia Puerto Rico, Trump ha logrado captar un apoyo inesperado de estos grupos, particularmente en un contexto económico complicado. Sin embargo, estos avances no necesariamente implican una transformación estructural del Partido Republicano hacia una coalición multirracial. Más bien, reflejan el efecto inmediato de factores económicos y culturales que resonaron entre segmentos específicos del electorado minoritario. Lo que podría parecer un cambio hacia un Partido Republicano más inclusivo, es, en esencia, una paradoja: Trump logró atraer a ciertos segmentos minoritarios a pesar de su retórica divisiva, explotando preocupaciones económicas y culturales en un entorno marcado por el descontento. Pero este éxito plantea una interrogante crucial: ¿es sostenible este apoyo? Los republicanos se enfrentan al reto de consolidar estos avances sin alienar a su base tradicional, mientras que los demócratas deberán replantear sus estrategias para reconectar con comunidades que, históricamente leales, ahora cuestionan su liderazgo.

Asimismo, es posible que intentar deportar a millones de inmigrantes en EEUU termine generando conflictos internos y una fuerte reacción entre los votantes latinos que lo han apoyado. Si no cumple con las expectativas que ha generado, especialmente entre los nuevos seguidores que le otorgaron su apoyo, tanto él como su partido podrían enfrentarse a consecuencias negativas en 2026 y en el futuro. La Administración Trump tiene sin duda la oportunidad de consolidar su apoyo entre estas comunidades, pero es demasiado pronto para afirmar que el Partido Republicano ha experimentado una transformación multirracial. Más allá del resultado inmediato, 2024 podría marcar un punto de inflexión. No sólo por lo que ocurrió, sino por lo que queda por definir: un terreno político donde las minorías ya no son un bloque monolítico, sino un mosaico complejo cuyo apoyo puede decidir el destino de la democracia estadounidense. Este es el desafío y, al mismo tiempo, la oportunidad para quienes buscan liderar en este nuevo contexto.