Tema: Visto desde el exterior, el referéndum francés sobre la Constitución Europea aparece lleno de paradojas.
Resumen: Cuando se considera el referéndum francés sobre la Constitución Europea desde el exterior, aparece lleno de paradojas. En primer lugar, aunque los principales partidos políticos han dado oficialmente su apoyo al texto, sigue existiendo una enorme incertidumbre en cuanto al resultado. Desde mediados de marzo, todas las encuestas han dado como ganador al “no”. Segundo, aunque solamente las dos primeras partes del texto presentan elementos nuevos, el debate se ha centrado hasta ahora en la tercera parte. Algunos de los principios básicos del Tratado de Roma de 1957, como la libre competencia y las cuatro libertades de movimiento, aparecen en la actualidad como excesivamente liberales como para “incluirlas” en una constitución. Tercero, a pesar de la intensidad del debate, la campaña se ha centrado principalmente en temas que no están relacionados con la Constitución (por ejemplo, la Directiva Bolkestein y la adhesión de Turquía a la UE). Estas paradojas subrayan la necesidad de analizar el debate que se está produciendo en Francia y apuntar unos cuantos factores explicativos. Por lo tanto, el presente estudio consta de tres partes diferenciadas. La primera ofrece una descripción general de los principales acontecimientos desde mediados de julio; la segunda describe los participantes más destacados en la campaña y, por último, la tercera intenta apuntar algunas explicaciones.
Análisis
I. Un debate anormalmente largo
Además de los resultados inesperados que reflejan las encuestas, el debate también está resultando atípico por su excesiva duración. Comenzó el 14 de julio de 2004, cuando J. Chirac, siguiendo la opinión de la gran mayoría de los partidos, anunció la convocatoria del referéndum “en la segunda mitad de 2005”. Desde entonces, ha habido tres fases diferentes.
1. Hasta los resultados del referéndum interno del PS: un debate seguido a nivel nacional
Desde mediados de julio hasta el 1 de diciembre, el debate tuvo lugar principalmente en el seno del Partido Socialista. Fue un debate acalorado, pero la impresión general fue que se trató de un debate de calidad. En realidad, la campaña comenzó cuando el ex primer ministro L. Fabius, que se había mostrado hasta entonces indeciso, se decantó por un “no” condicional a principios de septiembre. Declaró que se opondría al texto a menos que el presidente Chirac consiguiera que las políticas europeas se orientaran hacia una tendencia más social. Una semana más tarde, se mostró claramente en contra.
El balance político dentro del partido se decantó ligeramente a favor del “no”. Además de L. Fabius y la mayoría de sus seguidores, como el antiguo miembro de la Convención de la UE y actual europarlamentario Pervenche Berès, la opción del “no” tenía la mayoría en el órgano ejecutivo del partido (le bureau national), cuya composición refleja sus diferentes divisiones internas (denominadas “corrientes”). También incluía a algunas organizaciones regionales importantes (M. Dolez en el norte), así como la corriente dinámica conocida como el “nuevo partido socialista” (A. Montebourg y V. Peillon) y la corriente izquierdista “Nuevo Mundo” (H. Emmanuelli y J.-L. Mélenchon). La facción opuesta incluía a pesos pesados como J. Delors, P. Mauroy, R. Badinter y L. Jospin, así como la mayoría de los políticos electos (a nivel europeo, nacional y local) y la mayoría de los posibles candidatos para la elección presidencial de 2007 (D. Strauss-Kahn, J. Lang, B. Delanoë y M. Aubry). Sin embargo, aparentemente contaba con menos apoyo en las bases.
El referéndum interno se celebró el 1 de diciembre y dio una ventaja inesperada a quienes estaban a favor de la Constitución (59% a favor, 41% en contra). Muchos analistas consideran tanto el resultado como el elevado índice de participación (82%) como una reacción natural de los miembros del partido a las directrices dadas por sus líderes. También se percibe como una derrota personal de L. Fabius en su intento de conseguir la designación del partido para la carrera presidencial de 2007. El resultado también parecía garantizar la victoria del “sí” a nivel nacional.
2. Desde diciembre hasta mediados de marzo: los oponentes se movilizan
Tras el referéndum interno del PS, los partidarios de la Constitución redujeron la intensidad de su campaña. El debate se mantuvo a nivel institucional y adoptó dos formas:
• Una campaña de información dirigida por el Ministerio de Asuntos Exteriores (MAE). Bajo el liderazgo del ex Comisario de la UE Michel Barnier, el MAE organizó una campaña de información sobre la Constitución, conocida como “Mission Europe”, con un presupuesto de 10 millones de euros. Se creó un sitio web (http://www.constitution-europeenne.fr), se emitió una campaña publicitaria en televisión y se financiaron algunas iniciativas locales.
• Un debate político en el Parlamento. Dada la decisión del Conseil Constitutionnel en el sentido de que se requería una revisión de la Constitución francesa, ambas cámaras tuvieron que votar los artículos que se habían de revisar. Se realizó en la Asamblea Nacional el 27 de enero de 2005 (450 a favor, 34 en contra y 27 abstenciones) y en el Senado dos semanas después (262 a favor, 27 en contra y 30 abstenciones). Ambas cámaras se reunieron en un Congreso en Versalles el 28 de febrero y aprobaron formalmente las enmiendas constitucionales por 760 votos a favor, 66 en contra y 96 abstenciones.
Mientras tanto, los detractores del Tratado Constitucional empezaron a mostrarse muy activos en el debate. Así se puso de manifiesto el 12 de diciembre con la decisión de ATTAC, el principal movimiento de altermondialistas, para oponerse oficialmente al texto. Era la primera vez en su breve historia que este movimiento adoptaba una postura electoral. Asimismo, el 3 de febrero, la Asamblea de la CGT, uno de los principales sindicatos de trabajadores, votó con una clara mayoría del 81% en contra de la Constitución, lo cual supuso un verdadero revés para su líder, B. Thibault, quien previamente había mostrado su postura a favor de la misma. La movilización estaba alentada por la resonancia que durante este período se dio a la Directiva Bolkestein, que fue presentada por estos movimientos como una emanación natural de la Constitución. Como consecuencia de ello, no sorprendió el hecho de que las encuestas empezaran a indicar una posible victoria del “no” a mediados de marzo.
3. Desde mediados de marzo: encuestas favorables al “no” y las contradicciones de la campaña
Todas las encuestas desde esta fecha han mostrado una clara ventaja del “no”, aunque el “sí” parece haber ganado terreno en las dos últimas semanas. La diferencia sigue siendo muy estrecha (˜ 5%), pero las encuestas más recientes indican que la oposición a la Constitución se está estabilizando. Mientras que hasta hace poco la mayoría de los encuestados declaraba que votaría en contra, pero esperaban que ganara el “sí”, en la actualidad existe una mayoría que desea que Francia no ratifique la Constitución. La oposición a la Constitución es particularmente intensa entre las personas de mediana edad (mayores de 25 años), mientras que los principales partidarios del “sí” son los ancianos (mayores de 65 años). En segundo lugar, mientras que durante mucho tiempo el nivel educativo y social estaba relacionado positivamente con la probabilidad de apoyar la integración europea, en la actualidad la situación ha cambiado. Por ejemplo, es más probable que voten en contra de la Constitución quienes han cursado dos años de enseñanza superior y los empleados (especialmente en el sector público). Por último, los profesionales, que solían apoyar con entusiasmo la integración europea, en la actualidad parecen haber cambiado de bando. Paradójicamente, este es también el caso de los agricultores, que, sin embargo, se encuentran entre los principales beneficiarios de las políticas de la Unión.
Los partidarios de la Constitución tuvieron que reaccionar para enfrentarse a esta oleada de descontento. En primer lugar, si bien había parecido indeciso hasta el momento, el gobierno acordó reembolsar los gastos de la campaña, que alcanzaban los 800.000 euros. Esto garantizaba que los principales partidos tendrían un incentivo para llevar a cabo una campaña de información efectiva. Asimismo, las normas sobre el acceso al tiempo de emisión durante la campaña oficial favorecen a los principales partidos, que, en general, apoyan la Constitución Europea. En segundo lugar, los pesos pesados de la política francesa, entre los que se encuentra el presidente Chirac, intervienen directamente en la campaña, mientras que las figuras influyentes, como la ex presidente del Parlamento Europeo (PE) Simone Veil, también han comenzado a hacer campaña. Por último, los partidarios del Tratado recibieron el apoyo de varios líderes extranjeros, tanto institucionales (J.L. Rodríguez Zapatero y G. Schröder), como de partidos políticos, por ejemplo del Partido Socialista Europeo. No obstante, estas intervenciones se consideran a menudo inapropiadas, lo cual podría interpretarse como un síntoma de un escenario político dividido.
II. Un escenario político muy dividido
La descripción de los tres períodos del debate pone de manifiesto la principal dinámica de la campaña. El resultado hoy en día es un escenario estable, pero políticamente dividido.
1. Partidos políticos divididos
Al igual que ocurría a menudo en el pasado, las posturas de los partidos sobre este asunto siguen el modelo centro/periferia. No obstante, mientras que los partidos extremistas están casi unánimemente en contra del Tratado, han surgido nuevas divisiones en el centro del espectro político.
Aunque hasta ahora han sido relativamente discretos, los partidos de extrema derecha, como el FN y el MNR han adoptado una clara posición contra el Tratado. Asimismo, los partidos de la derecha más conservadora (MPF y RPF), alegando la defensa de la soberanía nacional, han criticado duramente el Tratado Constitucional. En este sentido, mientras que el veterano C. Pasqua ha estado prácticamente ausente del debate por razones personales, el heterodoxo P. de Villiers se ha mostrado especialmente activo.
El frente del “no” también está muy cohesionado en la extrema izquierda. La oposición de la LCR al Tratado fue instantánea, mientras que en la LO hubo más debates. Esta última, un partido trotskista, ha sido tradicionalmente reticente a adoptar una postura sobre los referendos nacionales. Por ejemplo, Arlette Laguiller hizo un llamamiento a la abstención en la votación de 1992 sobre el Tratado de Maastricht. Pero, esta vez, los líderes de la LO han decidido oponerse al Tratado, aunque no harán campaña con los demás grupos de extrema izquierda. Por último, la ejecutiva del PCF ha apoyado oficialmente el “no”.
La situación sigue siendo más compleja en el centro del espectro político. En el Partido Verde, la mayoría de los líderes, como N. Mamère y D. Voynet, al igual que Y. Wehrling, que ha sido nombrado recientemente presidente del partido, expresaron su apoyo a la Constitución. Sin embargo, muchos miembros y el antiguo líder del partido, G. Lemaire, parecen reticentes a votar lo que consideran un texto neoliberal. Se celebró un referéndum interno por correo y el resultado fue una mayoría del 53% a favor de la Constitución. No obstante, ha seguido existiendo una oposición dentro del partido, tal y como se puso de manifiesto hace poco cuando una alta dirigentes electa de los Verdes, Francine Bavay, hizo un llamamiento a favor de un “no ecologista”, que fue apoyado por 450 miembros del partido (incluidos muchos dirigentes locales).
Las divergencias también son importantes en los movimientos socialistas. Mientras que parecía natural que el MRC, el partido recién creado por J.-P. Chevènement, se opusiera a la Constitución en nombre del Republicanismo francés, más imprevisto fue el debate que se produjo en el seno del PS. El referéndum interno debería haber puesto fin a dicho debate, pero los socialistas contrarios a la Constitución siguen mostrando en público su oposición al texto. Algunos de ellos (H. Emmanuelli y J.-L. Mélenchon) incluso participan en mítines políticos organizados por otros partidos, mientras que L. Fabius ha adoptado una estrategia más prudente. Hasta ahora, F. Hollande no ha podido o no ha querido imponer sanciones a quienes participan en estas actividades.
Incluso en la derecha han vuelto a aparecer algunas divergencias. En el partido del gobierno (UMP), los denominados souverainistes (“soberanistas”), representados por el parlamentario Dupont-Aignan, al igual que la facción católica del partido (liderada por C. Boutin), han anunciado su oposición a la Constitución. Incluso en el UDF, cuyo líder es F. Bayrou, el partido más favorable a la integración, se han oído voces que vinculan la postura acerca de la Constitución con el tema de la adhesión de Turquía a la UE. No obstante, los dos partidos deberían mantenerse como los principales partidarios del Tratado.
2. Una sociedad civil dividida
Al igual que los partidos políticos, la sociedad civil también está muy polarizada entre los partidarios y los detractores del Tratado Constitucional.
• En los sindicatos de trabajadores. El 13 de octubre de 2004, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) apoyó oficialmente la Constitución. En esta ocasión, los cinco miembros franceses, CFDT, CFTC, UNSA, CGT y FO, expresaron opiniones divergentes. Mientras que CFDT y UNSA votaron a favor de la resolución, CGT y CFTC se abstuvieron y FO fue el único sindicato europeo que votó en contra (el resultado global fue de 68 votos a favor, 7 abstenciones y uno en contra). Desde entonces, ha crecido la oposición al Tratado en los círculos sindicales, como lo demuestra el voto de la CGT. La división también es importante entre los sindicatos que no son miembros de la CES. Los dos principales sindicatos de la enseñanza (FSU y SNES) tienen serias dudas acerca de la Constitución y el último ha denunciado los “serios peligros” que implica el texto. Al mismo tiempo, el principal sindicato agrícola (FNSEA) se negó a apoyar oficialmente el texto, pero subrayó la necesidad de una “clarificación de la normativa” en la UE. A diferencia de la FNSEA, la pujante Confédération Paysanne, dirigida previamente por José Bové, se opuso al texto. Por último, los denominados “grupos de 10” (que incluyen a algunos de los sindicatos importantes, como SUD, que tiene alrededor de 90.000 miembros) hicieron un llamamiento a favor del “no”.
• En el resto de la sociedad civil. La sociedad civil está igualmente dividida. Aunque el debate sigue siendo limitado, algunos líderes de opinión ya han anunciado sus posturas. En la izquierda, la Fundación Copernic, próxima al Partido Comunista, ha sido la más activa a favor del “no”. El 20 de octubre, una lista de 200 nombres, principalmente de los altermondialistas y la izquierda antiliberal, hizo un llamamiento a favor del “no de la izquierda”. En la lista estaban incluidos líderes políticos (F. Wurtz y M. Dolez), así como actores (J.-P. Daroussin y A. Ascaride) y miembros de sindicatos (J. Bové, FSU, CGT). Al mismo tiempo, los partidarios del “sí” también empezaron a unirse. El 16 de noviembre de 2004, varias organizaciones, como New Republic, Europa Nova, Femmes Débats et Société, la Fundación Robert Schuman y otras, celebraron una reunión conjunta en París para lanzar la “plataforma por el ‘sí’”. Asimismo, en marzo, el PS creó un Comité de Apoyo presidido por J. Delors, que incluye a destacados intelectuales como B.-H. Lévy, A. Grosser y R. Rémond, así como artistas nacionales e internacionales (P. Almodóvar, J. Semprún, F. Chandernagor, etc.).
III. ¿Cómo se puede explicar con mayor claridad la situación?
Cuando J. Chirac anunció su intención de convocar un referéndum sobre el Tratado Constitucional, declaró que ningún líder político podría oponerse seriamente al texto. Hoy en día, al menos la mitad del electorado francés pretende votar en contra. Sin embargo, esto era previsible. Es una consecuencia del resurgimiento de la oposición política, que ha aparecido desde comienzos de los años 80, así como de la transformación constante de la escena política francesa.
1. Las divisiones sobre Europa
Mientras que la división entre los partidarios y los detractores de la integración estructuró el debate sobre Maastricht, polarizando la oposición al Tratado en los extremos del espectro político, las líneas divisorias del debate actual son menos nítidas. Si bien la escisión sigue siendo visible, está emergiendo otra división estructural basada en la idea de que otra Europa es posible.
• La emergencia de la escisión entre los partidarios y los detractores de la integración. Esta división apareció tan pronto como la UE evolucionó hacia un gobierno supranacional. Muy visible durante el debate sobre el Tratado de Maastricht, este factor continúa siendo relevante para explicar la mayoría de las posturas anticonstitucionales en la derecha (FN, RPF, MPF y unos cuantos miembros de la UMP) y algunas de las posturas de la izquierda (MRC). Rechazan la idea de transferir más competencias a la UE. La inclusión del Capítulo de Derechos, la supremacía del Derecho Comunitario Europeo, el uso de la mayoría cualificada en el ámbito de la PESC, la creación de un presidente permanente del Consejo Europeo y la omnipotencia del BCE son algunas de las cláusulas más criticadas. La división es incoherente, ya que para algunos implica el fin de la profundización en la integración europea (De Villiers) y para otros la promoción de la cooperación intergubernamental reforzada (Chevènement).
• La aparición de una división sobre la idea de Europa (“otra Europa”). Aunque con carácter heterogéneo, esta división se basa en la afirmación de que otra Europa es posible y debería lograrse. Dicha premisa refleja tanto la desconfianza creciente hacia el método neofuncionalista, con sus efectos sobre el gasto público cada vez mayores, como las dudas con respecto a la identidad europea como resultado de las sucesivas ampliaciones. Existen dos variantes, si bien ambas comparten la idea de que se ha desatendido durante demasiado tiempo la dimensión social de la UE y que una Constitución política no debería incorporar dicha tendencia.
La primera variante, que también afecta en parte a la idea de la soberanía, centra su crítica en la tendencia liberal de la UE. Alegando que el método neofuncionalista de integración no ha tenido impacto alguno sobre el desarrollo de un verdadero sistema social europeo y que incluso podría perjudicar a los sistemas nacionales de protección social, esta facción apoya una Europa con mayor orientación social. Inspirada en el sistema social francés, quiere un nuevo Pacto de Estabilidad, el control político sobre las políticas del BCE, un mayor hincapié en los aspectos sociales de la Constitución y el reconocimiento del “service public” francés. Este punto de vista procede en su mayor parte del apoyo de la izquierda del Partido Socialista (la corriente “Nuevo Mundo”), la izquierda del Partido Verde, los partidos de extrema izquierda (PCF, LO, LCR y PT) y los altermondialistas. Desarrollando el eslogan del PCF utilizado durante las últimas elecciones europeas (“Europa, sí, pero no ésta”), también denuncian la idea de que las políticas europeas deban incluirse en la Constitución de la UE (Parte III). El reciente debate sobre la Directiva Bolkestein les dio una oportunidad para ilustrar sus tesis.
La segunda variante, basada en la misma crítica hacia la tendencia social de la Constitución, está promovida por L. Fabius. Defiende que el Tratado Constitucional diluye el proyecto europeo. Para Fabius, Europa necesita ser fuerte, lo cual no está garantizado por el Tratado Constitucional. Su ambición es remodelar Europa en tres círculos: un primer círculo, que incluiría a Francia, Alemania, España y algunos países más pequeños; un segundo círculo, con los demás Estados miembros actuales; y un tercer círculo, que uniría a la UE con otros países como Turquía y el Magreb por medio de asociaciones especiales. Esto se basa en parte en la idea de que Francia está perdiendo su preeminencia en la UE y que la identidad original de la UE necesita reafirmarse. En este sentido, el “no realista” es una vuelta idealista al pasado.
La aparición de esta escisión se basa en gran medida en la división entre la izquierda y la derecha. De hecho, la mayoría, aunque no todos, de los partidarios de la “alter-Europe” están situados a la izquierda del espectro político. Esto explica porqué sus líderes usan a menudo argumentos que tienen más que ver con los resultados económicos y sociales del gobierno que con el propio Tratado Constitucional.
2. La evolución actual de la escena política francesa
Aunque los asuntos europeos están avivando el debate, las preocupaciones políticas nacionales siguen estando presentes. Por lo tanto, el debate actual también requiere un análisis basado en la reubicación personal y de los partidos políticos, así como en la desconfianza global del sistema político.
• La reubicación política personal. El referéndum de 2005 sobre la Constitución de la UE será el último plebiscito nacional antes de las elecciones presidenciales de 2007. Por tanto, los candidatos potenciales han utilizado este asunto para dar a conocer sus propios perfiles políticos. Este es el caso en particular de L. Fabius. Otros líderes políticos han hecho el mismo planteamiento. Entre los Verdes, el antiguo líder D. Voynet fue uno de los primeros en decantarse por el “sí”, a pesar de la ausencia de una postura oficial de su partido. Inmediatamente después, los otros potenciales candidatos (N. Mamère y A. Lipietz) también se mostraron a favor de la Constitución. Por último, pero no por ello menos importante, el compromiso activo de F. Bayrou en la campaña puede entenderse como una forma de beneficiarse de la simpatía creada por un asunto en el que la UDF ha contado tradicionalmente con una ventaja comparativa.
• La reubicación de los partidos. Los partidos están aprovechando la ocasión que les ofrece el referéndum para redefinir sus líneas estratégicas. En la extrema izquierda, el debate sobre la Constitución ha creado una amplia coalición, que incluye a CF, LCR y LO, así como a entidades de la sociedad civil como ATTAC y la Fundación Copernic. También a la izquierda del PS, el partido de J.-P. Chevènement ha vuelto a recibir la atención de los medios de comunicación tras sus catastróficos resultados electorales de primavera de 2004. Sin embargo, la reubicación del PS sigue siendo un asunto polémico. Mientras que los resultados del referéndum en el seno del partido se consideraron como el último movimiento hacia una postura socialdemócrata, proceso iniciado en 1983, la situación podría cambiar dependiendo del resultado del referéndum nacional. Así, la victoria del “no” a nivel nacional forzaría al partido a llenar el vacío en la izquierda, lo cual podría conducir a una reconstitución parcial de la antigua gauche plurielle o “izquierda plural” (la coalición gubernamental con el PS, el PCF, los Verdes y el partido de Chevènement, que gobernó en Francia desde 1997 hasta 2002). Por el contrario, la victoria del “sí” solamente reforzará la actual línea del PS si consigue diferenciar su apoyo al “sí” del prestado desde la derecha. Esto explica porqué resultaría dudosa una amplia coalición que fuera desde el centro izquierda hasta el centro derecha, un proyecto que ha inspirado a la UDF desde su creación en 1978.
• La creciente desconfianza del electorado francés. La brecha abierta entre el electorado francés y sus representante políticos ha crecido en los últimos veinte años. Esto se ha expresado de diferentes formas, como el auge de los movimientos extremistas (tanto en la derecha como en la izquierda), el descenso del índice de participación electoral y una tendencia a adoptar un comportamiento electoral voluble. Esta combinación condujo al caos en la elecciones de 2002, cuando el líder socialista L. Jospin quedó fuera de la segunda ronda. Algunos analistas ya predicen un escenario similar, en el que habría gente que votaría “no” simplemente como forma de protesta.
Conclusión: Sea cual sea el resultado del referéndum francés, podemos extraer tres conclusiones. En primer lugar, se han de cumplir algunas condiciones antes de convocar un referéndum sobre asuntos europeos. Una de ellas es que es necesario que la opinión pública esté bien informada. El “déficit de explicaciones” característico de los asuntos europeos en Francia o el uso habitual de “Europa” como la cabeza de turco de reformas políticas impopulares no conducen a un debate con bases sólidas. En segundo lugar, los asuntos europeos tienden a difuminar las líneas tradicionales entre los partidos políticos y a transformar profundamente el escenario político. En tercer lugar, y lo que es más importante, el debate subraya la creciente incomprensión, y en algunos casos una evidente insatisfacción, con la forma en que se está llevando a cabo la integración europea. Muchos no reconocen el ideal por el que habían luchado en un principio. Estas dudas, más que cualquier estrategia partidista, están promoviendo la utopía de “otra Europa”.
Gaëtane Ricard-Nihoul, Secretario General de Notre Europe
Morgan Larhant, Ayudante de Investigación de Notre Europe.
Lista de acrónimos
ATTAC: Association pour une Taxation des Transactions financières pour l’Aide au Citoyen (“Asociación por la Tributación de las Transacciones Financieras en Apoyo al Ciudadano”)
CFDT: Confédération Française Démocratique du Travail (“Confederación Francesa Democrática del Trabajo”)
CFTC: Confédération Française des Travailleurs Chrétiens (“Confederación Francesa de los Trabajadores Cristianos”)
CGT: Confédération Générale du Travail (“Confederación General del Trabajo”)
BCE: Banco Central Europeo
PE: Parlamento Europeo
CES: Confederación Europea de Sindicatos
UE: Unión Europea
FN: Front Nacional (“Frente Nacional”)
FNSEA: Fédération Nationale des Syndicats d’Exploitants Agricoles (“Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas”)
FO: Force Ouvrière (“Fuerza Obrera”)
FSU: Fédération Syndicale Unitaire (“Federación Sindical Unitaria”)
LCR: Ligue Communiste Révolutionnaire (“Liga Comunista Revolucionaria”)
LO: Lutte Ouvrière (“Lucha Obrera”)
MAE: Ministerio de Asuntos Exteriores
MNR: Mouvement National Républicain (“Movimiento Nacional Republicano”)
MPF: Mouvement Pour la France (“Movimiento por Francia”)
PCF: Parti Communiste Français (“Partido Comunista Francés”)
PS: Parti Socialista (“Partido Socialista”)
RPF: Rassemblement Pour la France (“Unión por Francia”)
SNES: Syndicat National des Enseignants du Second degré (“Sindicato Nacional de Profesores de Secundaria”)
SUD: Solidaires, Unitaires, Démocratiques (“Solidarios, Unitarios, Democráticos”)
UDF: Union pour la Démocratie Française (“Unión por la Democracia Francesa”)
UMP: Union pour un Mouvement Populaire (“Unión por un Movimiento Popular”)
UNSA: Union Nationale des Syndicats Autonomes (“Unión Nacional de Sindicatos Autónomos”)